Eran las cartas de amor; eran los tímidos intentos de decir lo que no nos atrevíamos a decir frente a frente; sí, eran las ridículas declaraciones de amor por escrito; y tan ridículas, como la cara que se nos quedaba de pensar que no le gustara nuestra ridícula carta de amor...
Hasta que leímos a los poetas; hasta que hubo uno que nos dijo con claridad que tenían que ser ridículas para ser cartas de amor... Y nos reconciliamos con nuestras ridículas cartas de amor; y seguíamos leyendo a los poetas...
Y hubo uno que ya mayor fue reconocido; y ya mayor me sobrecogió este inmenso poema; como cuando la juventud y sus asombros... Y desde entonces Gamoneda es uno de mis imprescindibles...
AMOR
Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.
ANTONIO GAMONEDA
Hasta que leímos a los poetas; hasta que hubo uno que nos dijo con claridad que tenían que ser ridículas para ser cartas de amor... Y nos reconciliamos con nuestras ridículas cartas de amor; y seguíamos leyendo a los poetas...
Y hubo uno que ya mayor fue reconocido; y ya mayor me sobrecogió este inmenso poema; como cuando la juventud y sus asombros... Y desde entonces Gamoneda es uno de mis imprescindibles...
AMOR
Mi manera de amarte es sencilla:
te aprieto a mí
como si hubiera un poco de justicia en mi corazón
y yo te la pudiese dar con el cuerpo.
Cuando revuelvo tus cabellos
algo hermoso se forma entre mis manos.
Y casi no sé más. Yo sólo aspiro
a estar contigo en paz y a estar en paz
con un deber desconocido
que a veces pesa también en mi corazón.
ANTONIO GAMONEDA
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