martes, 3 de abril de 2012

MIS IMPRESCINDIBLES (1-6)

MIS IMPRESCINDIBLES (1)

Este fue siempre, de los poemas de Pessoa, el más recurrente en mi vida; sí, constantemente lo releo... 
Y dice así:

VEN A SENTARTE CONMIGO, LIDIA...

Ven a sentarte conmigo, Lidia
a la orilla del río.
Con sosiego miremos su curso
y aprendamos que la vida pasa,
y no estamos cogidos de la mano.
(Enlacemos las manos.)

Pensemos después, niños adultos,
que la vida pasa y no se queda,
nada deja y nunca regresa,
va hacia un mar muy lejano,
hacia el pie del Hado,
más lejos que los dioses.

Desenlacemos las manos,
que no vale la pena cansarnos.
Ya gocemos, ya no gocemos,
pasamos como el río.
Más vale que sepamos pasar
silenciosamente y sin desasosiegos.

Sin amores, ni odios, ni pasiones
que levanten la voz,
ni envidias que hagan a los ojos
moverse demasiado,
ni cuidados, porque si los tuviese
el río también correría,
y siempre acabaría en el mar.

Amémonos tranquilamente,
pensando que podríamos,
si quisiéramos,
cambiar besos y abrazos y caricias,
mas que más vale estar sentados
el uno junto al otro
oyendo correr al río y viéndolo.
Cojamos flores, cógelas tú y déjalas
en tu regazo, y que su perfume suavice
este momento en que sosegadamente
no creemos en nada,
paganos inocentes de la decadencia.

Por lo menos, si yo fuera sombra antes,
te acordarás de mí
sin que mi recuerdo te queme
o te hiera o te mueva,
porque nunca enlazamos las manos,
ni nos besamos
ni fuimos más que niños.

Y si antes que yo llevases el óbolo
al barquero sombrío,
no sufriré cuando de ti me acuerde,
a mi memoria has de ser suave
recordándote así, a la orilla del río,
pagana triste y con flores en el regazo.

FERNANDO PESSOA (Ricardo Reis: Versión de Rafael Díaz Borbón)



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MIS IMPRESCINDIBLES (2)

Este poema de Luis Cernuda siempre me conmueve.
Sobre todo, su desgarro...

DONDE HABITE EL OLVIDO

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

LUIS CERNUDA
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MIS IMPRESCINDIBLES (3)

Hoy, cuando se cumplen 70 años de la cruel muerte de Miguel Hernández, enfermo de cárcel y de espanto; hoy, cuando el amigo Manuel Rico ha sido galardonado con el Premio Internacional de Poesía que lleva el nombre de aquel poeta enorme, qué mejor que celebrarlo con un poema de los que considero imprescindibles ya en mi vida. Como este de J.L. Borges, EL MAR... Un poema que recuerdo lo leí por vez primera un verano de 1983 en la casa grande; era la tarde. El jazmín en el patio comenzaba a abrirse y mi madre empezaba a hacerme una biznaga en el alfiler, como cada tarde de verano que pasaba con ella en la casa grande...
Desde entonces, no hay vez que lo lea que no me asombre ante tanta hermosura...

EL MAR

Antes que el sueño (o el terror) tejiera
mitologías y cosmogonías,
antes que el tiempo se acuñara en días,
el mar, el siempre mar, ya estaba y era.

¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
y antiguo ser que roe los pilares
de la tierra y es uno y muchos mares
y abismo y resplandor y azar y viento?

Quien lo mira lo ve por vez primera,
siempre. Con el asombro que las cosas
elementales dejan, las hermosas

tardes, la luna, el fuego de una hoguera.
¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
ulterior que sucede a la agonía.

JORGE LUIS BORGES
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MIS IMPRESCINDIBLES (4)

Hace muchos años un viernes de dolores vino la muerte y tenía sus ojos...
Amaba a Pavese; lo leía siempre. Y me aficionó a eso de leer a los poetas. Y leímos a Pavese...
Y vino la muerte, aquel vienes de dolores de 1977, y tenía sus ojos...

VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS...

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.

(Versión de Carles José i Solsora)

CESARE PAVESE
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MIS IMPRESCINDIBLES (5)

Más allá de la literatura que nos obligaban a memorizar los años de los curas agustinos (romances, poemas, estrofas), yo creo que me aficioné a la poesía gracias a Gil de Biedma y también a Neruda. Las personas del verbo (Gil de Biedma) y Veinte poemas de amor y una canción desesperada (Neruda) creo que fueron los libros que me marcaron para siempre...
Y de Gil de Biedma me quedo con dos de sus poemas: De Vita Beata y este No volveré a ser joven...

NO VOLVERÉ A SER JOVEN

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

JAIME GIL DE BIEDMA
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MIS IMPRESCINDIBLES (6)

Paco Ibañez fue quizás el que más nos enseñó a amar a los poetas en aquellos años de la oscuridad y los silencios; y cuando despertábamos a la vida... Y de entre todos los poetas a los que cantó, creo que a Goytisolo lo elevó en alturas; como con estas Palabras para Julia que llegó a ser parte fundamental de nuestra educación sentimental y una especie de himno en aquella mi juventud tan de descubrimiento del mundo y sus miserias...

PALABRAS PARA JULIA

Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía, es mejor vivir
con la alegría de los hombres,
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Un hombre sólo, una mujer
así, tomados de uno en uno,
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti,
cuando te escribo estas palabras,
pienso también en otros hombres.

Tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares,
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname, no sé decirte
nada más, pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre, siempre, acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

JOSÉ AGUSTÍN GOYTISOLO

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