viernes, 6 de abril de 2012

DE HABERLO SABIDO...

LO QUE ME QUEDA DE MIS DÍAS...

Prosiguen los días de vacaciones, paganos días que la iglesia se siguen empecinando en apropiar con el descaro de siempre y el desdén de su gente, que asiente para no romper el pacto; y así, todos contentos, aparentemente dichosos de su vanidad y su mísera existencia que olvidan por momentos, esos que le llaman tradiciones en nombre de no se sabe qué, pero que en el fondo y la forma hay que sostener como motor del negocio turístico. Y aparece lo de siempre, lo eterno: ¿quién engaña a quién?...
Para fortuna de los que ya no vivimos en el centro de las ciudades (fueron muchos los últimos años de mi vida huyendo de las semana santa; vivir en la judería sevillana te llenaba de gloria los días; pero la semana santa llegaba, al cabo, a ser insoportable: el ruido de tambores hasta altas horas de la madrugada durante siete días era insufrible), la semana santa sólo existe si la buscas; amanecer a diario frente a este mar azul, ayer verde, mañana ¿chi lo sa?, sólo produce un elevado grado de gratitud a la vida y al mundo que la hizo posible...

Porque de haberlo sabido en su día, yo nunca me habría separado de este mi mar...





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