Llega el fin de semana y de nuevo el mal tiempo nos condiciona las afueras; claro que, también son hermosos estos días, sin tanta luz y tapados de sol, que nos traen brisas húmedas de la muchedumbre del mar, y que ya arrastra nieblas y nubes bajas dejando clarores en lejanías amarillentas de costas lejanas... Y es que, aún sin la luz del Sur, este mar que siempre me acompaña es espectacular en su enorme grandeza...
Y no pregunto: veo y afirmo; siento y comparto. Es la prodigiosa naturaleza del mundo donde vivo que me complace más allá del hombre que la habita. Y es un sentimiento inexplicable de gozo y pasión por sus formas y sus hechuras; las que me atan aún más a la belleza y textura de sus contornos.
Son muchos los días ya; pero cada día, cada amanecer, la naturaleza, el mundo, la vida, se deja en ver, en su infinita vanidad de hermosura, algo de aquel; para mis asombros, y para mis consuelos...
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Y no pregunto: veo y afirmo; siento y comparto. Es la prodigiosa naturaleza del mundo donde vivo que me complace más allá del hombre que la habita. Y es un sentimiento inexplicable de gozo y pasión por sus formas y sus hechuras; las que me atan aún más a la belleza y textura de sus contornos.
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