Amanezco muy tardío de vida... Sí, vivir es un regalo de los dioses cuando la vida es grata, cálida y digna; de lo contrario, no es vida, es intento de olvido de vida; es la muerte, pero en vida...
Leo en prensa (El País) un artículo sobre la ausencia de una valiente ley de eutanasia... Hace años me hice socio de DMD (derecho a una muerte digna), como un gesto, como mi pequeña contribución a ese imprescindible derecho: si nadie nos preguntó si quisimos venir al mundo, ¿por qué nos impiden irnos cuando queramos? Dicen que somos libres, pero no nos dejan libertad para elegir, excepto a ellos, casi siempre los mismos. Desde entonces, y a diario, intento siempre convencer, aunque sea sólo a una persona, de esta necesaria ley. Porque vivir es apasionante, siempre que haya calidad de vida...
Una calidad necesaria y que no tuve en la noche; pero me adormilé en madrugada, y al abrir los ojos y ver este espléndido sol que nos acompaña hoy por el Sur, y mirar al mar, gozoso y lento de aguas, me recompuse de gargantas y narices imposibles... Y recordé que siempre que enfermaba en aquellos años de penitencia, oía músicas que me animaban sobremanera; tanto como lo hace hoy este Tren a Memphis que nos trae Rufus Thomas con tantos recuerdos de aquellos años del aprendizaje del bien y del mal... Un mal que abundaba tanto, que cuando aparecía el bien lo celebrábamos hasta el amanecer...
Porque vivir bien es un delicioso regalo de los dioses...
Leo en prensa (El País) un artículo sobre la ausencia de una valiente ley de eutanasia... Hace años me hice socio de DMD (derecho a una muerte digna), como un gesto, como mi pequeña contribución a ese imprescindible derecho: si nadie nos preguntó si quisimos venir al mundo, ¿por qué nos impiden irnos cuando queramos? Dicen que somos libres, pero no nos dejan libertad para elegir, excepto a ellos, casi siempre los mismos. Desde entonces, y a diario, intento siempre convencer, aunque sea sólo a una persona, de esta necesaria ley. Porque vivir es apasionante, siempre que haya calidad de vida...
Una calidad necesaria y que no tuve en la noche; pero me adormilé en madrugada, y al abrir los ojos y ver este espléndido sol que nos acompaña hoy por el Sur, y mirar al mar, gozoso y lento de aguas, me recompuse de gargantas y narices imposibles... Y recordé que siempre que enfermaba en aquellos años de penitencia, oía músicas que me animaban sobremanera; tanto como lo hace hoy este Tren a Memphis que nos trae Rufus Thomas con tantos recuerdos de aquellos años del aprendizaje del bien y del mal... Un mal que abundaba tanto, que cuando aparecía el bien lo celebrábamos hasta el amanecer...
Porque vivir bien es un delicioso regalo de los dioses...
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