Ya, al fin, esta semana termina la campaña electoral (me temo que sólo es el inicio; continuará hasta marzo de 2012, hasta que el PP consiga su objetivo natural: el poder político que les pertenece por origen).
Una anodina y triste campaña electoral (quizá la más triste y desmovilizadora de toda la democracia española) donde los partidos políticos se han gastado lo que no deberían haber gastado, y encima para nada; para sólo cinco minutos en los telediarios más les valdría hacer un vídeo a modo de “Catón”, pues en eso han quedado las ruedas de prensa sin preguntas y las señales de TV propias de unos, amén de tiempos electorales pactados por los dos grandes, en un indecente acto poco democrático y servil hacia ellos, los que se autoproclaman héroes, cuando sólo son unos pobres ególatras y vanidosos que campean mediocre y tristemente por la débil democracia española...
Mientras tanto, todo sigue su curso hacia la nada: todo se desmorona en occidente, incluso el arte. Y ya no queda nada que merezca la pena, excepto soñar que sigo en La Toscana, donde por la ventana me sigue entrando aquel sol de aquel verano y me llegan sonidos que amo.
Porque sigo siendo devoto de aquellas músicas, las mediterráneas; y en especial, de la italiana, aquella que en aquellos años de aprendizaje de vida y del placer nos hacía decir las palabras más hermosas a las muchachas en flor...
http://www.goear.com/listen/
Una anodina y triste campaña electoral (quizá la más triste y desmovilizadora de toda la democracia española) donde los partidos políticos se han gastado lo que no deberían haber gastado, y encima para nada; para sólo cinco minutos en los telediarios más les valdría hacer un vídeo a modo de “Catón”, pues en eso han quedado las ruedas de prensa sin preguntas y las señales de TV propias de unos, amén de tiempos electorales pactados por los dos grandes, en un indecente acto poco democrático y servil hacia ellos, los que se autoproclaman héroes, cuando sólo son unos pobres ególatras y vanidosos que campean mediocre y tristemente por la débil democracia española...
Mientras tanto, todo sigue su curso hacia la nada: todo se desmorona en occidente, incluso el arte. Y ya no queda nada que merezca la pena, excepto soñar que sigo en La Toscana, donde por la ventana me sigue entrando aquel sol de aquel verano y me llegan sonidos que amo.
Porque sigo siendo devoto de aquellas músicas, las mediterráneas; y en especial, de la italiana, aquella que en aquellos años de aprendizaje de vida y del placer nos hacía decir las palabras más hermosas a las muchachas en flor...
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