sábado, 20 de agosto de 2011

VIAJAR PARA REGRESAR...

Amanece en calor y escaso sol; nubes suaves tamizan la mañana y la ofrecen decentemente blanquecina y clara, mientras la mar orilla tranquila y casi en silencio; el viento no viaja, y el aire, quieto, sólo lo mueven los otros, los desarraigados de tierra y quietud...
Unos perros juguetean por entre los pinares, y ensucian de ladridos este prodigioso espectáculo que una vez más alcanza ese lugar que no sé decir hoy tampoco, y que se acerca siempre a la belleza; allí, donde residen mis anhelos más profundos, y a donde aspiran siempre mis deseos de vida...
Y así, el mundo me atrapa cada día en su reencuentro; como los viajes, que al partir ya nos llevan al inicio; a nuestros encuentros. Porque los viajes son otra forma de abandono para el regreso; de huida de lo cierto; de desprecio a lo cotidiano... Pero siempre para regresar de nuevo; allí, al origen, a la vida, a todo lo que nos importa, ya renacidos de afecto y necesidad...

En el camino, una mañana prodigiosa que pasaré en el campo; y un ser humano que te desea feliz viaje (a ti, que tampoco hoy te nombro), esperándote dichoso con el reencuentro...


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