sábado, 13 de agosto de 2011

LOS AFECTOS

Prosiguen los días de agosto reventados en sobresaltos y temores, cuando se esperaban tranquilos y en descansos... Las afueras declinan imposibles, mientras asistimos a un fin de algo que no sabemos vislumbrar aún... En esa incertidumbre, los más débiles nos refugiamos, siempre, en los afectos; esas zonas, también inexplicables e inciertas, por donde nos sabemos seguros, cuando apenas son sensaciones, sensibilidades, sentimientos... Es decir, las cosas etéreas, humeantes, frágiles y/o espirituales, que el hombre persigue en su ignorancia de vida, en sus asombros de rechazo constantes, y con sus débiles formas -y miserables- ante la cruel realidad del mundo que lo contiene y zarandea cual extraño ser que lo agrede...
¡Ay, qué sería de nosotros, los débiles, sin esos afectos, sin esos espacios, sin esas criaturas!... 
Sería, entonces, la no vida, la angustia permanente, 
la presencia constante de la muerte, 
de lo otro, 
de la nada...

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