Se ha hundido el Vaporcito del Puerto de Cádiz. En él cruzamos una tarde de otoño de 1983. Nuria Espert, Rafael Alberti, Caballero Bonald, Sabina, autoridades todas, etc... Algún chirigotero y corista cantaba coplas gaditanas, mientras Rafael Alberti dibujaba en un bloc y escribía versos que arrojaba a la Bahía de Cádiz... Cruzamos desde Cádiz al Puerto de Santa Maria; como no, en el Vaporcito del Puerto; yo tenía 29 años y tuve la suerte de ser invitado...
Era, fue, un homenaje a Rafael Alberti; y al altardecer último, tras horas navegando por la Bahía, llegamos al Puerto de Santa María. Nos llevaron al Casino de aquella ciudad. Cenamos (recuerdo que me tocó enfrente a Nuria Espert: yo no hablaba apenas; todo fue admirar aquellos ojos de aquella bellísima mujer, por entonces muy atractiva; unos ojos que no he olvidado nunca). Y a los postres, Nuria Espert y Rafael Alberti recitaron poemas de Marinero en Tierra... Acabamos, recuerdo, borrachos de belleza y manzanilla de Sanlúcar...
Hoy se ha hundido el Vaporcito del Puerto; para los gaditanos, no sólo se les ha hundido un símbolo, como lo es para los nacidos allí; también se les ha hundido su memoria. Pero para los gaditanos que no hemos nacido allí, y que fuimos muy felices en aquella prodigiosa tierra donde lo bueno siempre es lo corriente, para nosotros se nos ha hundido cierta parte del alma que fuimos construyendo en nuestras vidas; porque si la vida en construir una historia, pasar por Cádiz, vivir la ciudad, beberse la ciudad y disfrutarla, es, no sólo construir una historia; se construye, también, y sobre todo, un alma muy decente, muy noble y muy llena de verdad... Eso que sólo se siente, se vive, en ciertos y escasos lugares mágicos que parecen vivos: de alma y de cuerpo...
Yo tenía 29 años cuando una tarde de otoño paseé en el Vaporcio del Puerto por la Bahía de Cádiz... Acompañaba a Alberti, Caballero Bonald, Nuria Espert, Sabina, chirigoteros... Eran los inicios de un camino largo que España, Andalucía, sus ciudadanos, iniciábamos llenos de ilusión, como la luz de aquellas aguas y aquellos Puertos...
Hoy, casi treinta años después, se ha hundido aquel Vaporcito del Puerto; quizá como una señal; quizá como un aviso: el camino, sin terminar aún, comienza su declive, su metro número uno hacia la nada, y la ausencia de luz: lo negro del olvido colectivo... Pero siempre quedará en mi corazón el recuerdo de aquellos inolvidables años...
http://www.youtube.com/watch?
Era, fue, un homenaje a Rafael Alberti; y al altardecer último, tras horas navegando por la Bahía, llegamos al Puerto de Santa María. Nos llevaron al Casino de aquella ciudad. Cenamos (recuerdo que me tocó enfrente a Nuria Espert: yo no hablaba apenas; todo fue admirar aquellos ojos de aquella bellísima mujer, por entonces muy atractiva; unos ojos que no he olvidado nunca). Y a los postres, Nuria Espert y Rafael Alberti recitaron poemas de Marinero en Tierra... Acabamos, recuerdo, borrachos de belleza y manzanilla de Sanlúcar...
Hoy se ha hundido el Vaporcito del Puerto; para los gaditanos, no sólo se les ha hundido un símbolo, como lo es para los nacidos allí; también se les ha hundido su memoria. Pero para los gaditanos que no hemos nacido allí, y que fuimos muy felices en aquella prodigiosa tierra donde lo bueno siempre es lo corriente, para nosotros se nos ha hundido cierta parte del alma que fuimos construyendo en nuestras vidas; porque si la vida en construir una historia, pasar por Cádiz, vivir la ciudad, beberse la ciudad y disfrutarla, es, no sólo construir una historia; se construye, también, y sobre todo, un alma muy decente, muy noble y muy llena de verdad... Eso que sólo se siente, se vive, en ciertos y escasos lugares mágicos que parecen vivos: de alma y de cuerpo...
Yo tenía 29 años cuando una tarde de otoño paseé en el Vaporcio del Puerto por la Bahía de Cádiz... Acompañaba a Alberti, Caballero Bonald, Nuria Espert, Sabina, chirigoteros... Eran los inicios de un camino largo que España, Andalucía, sus ciudadanos, iniciábamos llenos de ilusión, como la luz de aquellas aguas y aquellos Puertos...
Hoy, casi treinta años después, se ha hundido aquel Vaporcito del Puerto; quizá como una señal; quizá como un aviso: el camino, sin terminar aún, comienza su declive, su metro número uno hacia la nada, y la ausencia de luz: lo negro del olvido colectivo... Pero siempre quedará en mi corazón el recuerdo de aquellos inolvidables años...
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