viernes, 19 de agosto de 2011

LA JUVENTUD

... Hoy parece un engaño que fuésemos felices
al modo inmerecido de los dioses.
¡qué extraña y breve fue la juventud!

(Francisco Brines: EL OTOÑO DE LAS ROSAS. Renacimiento. 1986)

Mantengo que en la vida todo tiene su tiempo, y que, al llegar a la edad más tardía, los cuerpos deben llegar agotados: ¡qué pena entregar a los dioses una vida no vivida, no consumida, no consumada!... Y si es verdad que hay que luchar y prevenir el que en esa edad tardía y última, tan última que será nada, para gozarla también con un mínimo de dignidad humana, más allá de intentos salvadores e inútiles, que más que felicidad producen agonías y dolores siniestros e inhumanos, también es verdad que son los años de la juventud donde los cuerpos y las almas deben agotarse de vida, de sentido y de sentimiento... Y es en esos años de juventud cuando se asiste a la vida con mayores ganas, con más deseos y con más posibilidades de gozo que ninguna otra....
La nuestra, la de mi generación, estuvo marcada por aquella siniestra España que de tan Una y Grande nos aplastaba el presente; y el futuro no existía, pues no había libertad para alcanzarlo... Pero nos movió la esperanza de ese día, que al fin llegó, y nos marcó para siempre... Pero nuestra juventud fue, a pesar de todo, muy intensa, y la siento como muy vivida, como muy quemada en vida, muy gozada; y muy bebida y fumada (así estamos algunos hoy, un poco cascados)... Porque sostengo, reitero, que a la edad tardía hay que llegar un poco cascados, como señal de haber vivido, de haber traspasado algunas fronteras, algunos retos, algunas estancias, consideradas fuera de lugar o de vida por la decencia mayoritaria y colectiva... 

Como dijo Darío, se fue para no volver; y como dice Brines, ¡qué breve fue!... Por eso, cuando con motivo de la visita del Papa, se oyen esos tópicos opusdeísticos de juventud sana, adulta, con "valores" (reitero, ¡vaya palabrita más reaccionaria y cursi!); que no beben; que no fuman; que no fo..., sólo hacen el amor, con amor, y una vez casados por la iglesia; que cantan canciones sin otro discurso que viva la vida sana; que no salen en manifestación excepto para criticar leyes progresistas; que apenas saben nada y dan lecciones de moral; y sobre todo, son tan tristemente aburridos y tan meapilas, que uno entonces dimite y decide pactar con el tiempo que pasen pronto estos días, donde Madrid ha sido invadida por lo peor de lo peor de la más antigua y triste juventud del mundo, y ya sabemos que lo malo es lo primero que se pega...
¡Jóvenes, a disfrutar todo lo que podáis, y no le hagáis caso a esta pandilla de antiguos y reaccionarios, y viejos prematuros!... 
Por cierto, ¿qué van a dejar para cuando sean mayores?. Ya lo tengo: la abstinencia...

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