martes, 2 de agosto de 2011

EL MUNDO...

Cuando las mañanas de agosto, como la de este día 2, vienen suaves de luz y agradables de temperaturas, uno como que se reconcilia con el mundo. Pero basta leer sólo algunos titulares de prensa y acaban estropeándonos aquella sensación de bienestar y sosiego. 
Siempre fui lector de prensa (como lo era mi madre: uno es lo que ve; y uno siente lo que vivió; y ya no tenemos remedio), como siempre fui un mar de contradicciones; y así, estar informados es una necesidad moral para cambiar lo que no nos gusta de la realidad, para criticarla en rebeldía, para no asumirla en su declive fullero, y como necesidad moral última del hombre en su progreso hacia la utopía del respeto colectivo y de la igualdad como fin último de la felicidad de todos. Así me educaron, con ese sentido moral y solidario de la vida; en ese empeño se forzaron mis mayores. 
Pero al mismo tiempo que el saber nos hace libres y nos hace ser moralmente más solidarios, también nos hace sufrir: la realidad muchas veces, las más de las veces, no tiene remedio, porque la protagoniza un animal que llaman hombre y que ha montado el sistema de convivencia y de relaciones humanas sobre el derecho a la propiedad privada, como el primer derecho a proteger. Y ya, tras tantos millones de años sobre esta tierra, mucho nos tememos que esta situación es ya imposible cambiarla. 
Podremos, mientras tanto, poner parches; en pequeños colectivos; en determinadas zonas; pero el mundo seguirá construyéndose sobre un gran mal y una indecente realidad: la propiedad privada se ha constituido como el derecho básico, por encima del que debiera ser el primero de todos: el derecho a la vida. Y así nos va... 

Cuando las mañanas vienen suaves de luz y con temperaturas agradables, como esta de este día de agosto, uno intenta reconciliarse con el mundo... Pero ya sólo tenemos fuerzas para alcanzar un cierto exilio interior que nos ayude a sobrevivirnos en la miseria colectiva del mundo que hemos creado entre todos... 
Y buscar siempre, desde aquel exilio interior, la belleza como forma de rebeldía, la hermosura como terapia, frente a tanta mediocridad y podredumbre moral del mundo... Sólo así, de vez en cuando, la vida nos regalará cosas maravillosas; como me regaló conocerte, a ti, que hoy tampoco te nombro y que ya me eres inevitable...

1 comentario:

  1. Lo llevo a mi TL de Twitter. Es un post con el que, un martes como hoy, es fácil identificarse...
    Irene

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