domingo, 3 de abril de 2011

HUIDO DE RAZONES

Siento siempre una enorme ternura cada vez que veo a alguien sufrir: no puedo soportar, nunca, la desdicha. Y me rebelo; me exalto; al cabo, me inunda una tremenda melancolía...
Este sentimiento se me agudiza en los días que amanecen idos de luz, sombríos y tristes como una culpa; como este primer domingo de abril, que me llega huido de tu luz; como si al huir desapareciesen los nudos que nos atan; si acaso no sepas que de nada vale huir cuando el corazón está atrapado: porque el corazón se para cuando piensa...

Así amanezco, huido de ti, de tu luz: ¡ay, qué cansina es la monotonía, y qué monótono el cansancio!...
Porque huyes de mi porque de ti no quieres... Y aquí me tienes, huido de razones...
Para entonces, soy todo calamidad; y me inunda, ya sabéis, una terrible melancolía rebosante de ternura...

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