Felicidades para todos los Pedros y Pablos de mi vida... Seres
fundamentales y vivos siempre en mis entrañas... Especialmente uno, que
aún conociendo perfecta y tristemente la tan, a veces, corrosiva
condición humana, fue feliz -o, al menos, lo intentó siempre-, ayudando a
que los demás lo fuesen, aquellos afortunados que de entre su alrededor
consideraba él merecedores de aquellos afectos y dedicación...
Reconozco públicamente que yo fui uno de aquellos afortunados: Me quiso siempre como al hijo que nunca tuvo, y se le notaba en demasía.
Fue mi jefe, un tiempo; pero sobre todo, fue mi amigo, insuperable siempre hasta en la muerte, hace aún pocos años, esa que vino una aciaga tarde de septiembre para quedarse ya en mi cara y en sus ojos: Vino la muerte y tenía sus ojos... Desde aquel día noto a diario que yo ya no soy el mismo...
Y cuando en días como hoy su recuerdo es plenamente cierto y profundo, sólo me consuela recordarlo riéndose siempre; o denunciando la mediocridad humana que nos rodeó, mientras disfrutábamos del mundo...
Y también me consuela oír este delicioso andante del 21 para piano de Mozart y que fue la banda sonora de la película sueca "Elvira Madigan", en una simbiosis irrepetible, tanto que es aquel nombre de la película por el que ha llegado a conocerse hoy este bellísimo movimiento...
Besos y abrazos para todos mis Pedros y Pablos; los de mi mundo, los de mi vida...
Reconozco públicamente que yo fui uno de aquellos afortunados: Me quiso siempre como al hijo que nunca tuvo, y se le notaba en demasía.
Fue mi jefe, un tiempo; pero sobre todo, fue mi amigo, insuperable siempre hasta en la muerte, hace aún pocos años, esa que vino una aciaga tarde de septiembre para quedarse ya en mi cara y en sus ojos: Vino la muerte y tenía sus ojos... Desde aquel día noto a diario que yo ya no soy el mismo...
Y cuando en días como hoy su recuerdo es plenamente cierto y profundo, sólo me consuela recordarlo riéndose siempre; o denunciando la mediocridad humana que nos rodeó, mientras disfrutábamos del mundo...
Y también me consuela oír este delicioso andante del 21 para piano de Mozart y que fue la banda sonora de la película sueca "Elvira Madigan", en una simbiosis irrepetible, tanto que es aquel nombre de la película por el que ha llegado a conocerse hoy este bellísimo movimiento...
Besos y abrazos para todos mis Pedros y Pablos; los de mi mundo, los de mi vida...
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