jueves, 21 de junio de 2012

LA NADA ETERNA


Acabamos de despedirla. La incinerarán y acabará en algún lugar hecha cenizas.
Es la vida.
Es la nada...
Deja madre (mi madre dijo siempre que perder a un hijo es lo más terrible de la vida), hijos, hermanas y sobrinos (algunos de ellos, sobrinos míos también).
Y deja una memoria, un latido, un prodigio que fue vida y hoy es pozo de amargura y tristeza para nosotros; pero también deja una especie de celebración de haber pertenecido a su entorno, a sus espacios, a sus sentimientos, a su sentido, a su vida...

Hoy le dijimos adiós; pero un adiós inolvidable. Fue Polola Maldonado, es Polola; viuda de Manuel Arias (¡tan temprano también!), hija de Victoria Lozano (también viuda inesperada), madre de Manuel, Elisa y Begoña, hermosas criaturas todas, tía de mis sobrinos Rafael, Antonio y Modesto, y amiga mía y de tantos otros que alguna vez tuvimos la suerte de conocer y reír...

Sí, acabamos de despedirla. Sólo ya cenizas será: nada. Pero siempre formará parte de todos nosotros, los que aún quedamos esperando en la posada del camino la diligencia pessoana del abismo...

Y sólo un deconsuelo: ¿por qué se van siempre los mejores, aquellos que nos llenan de gozo y bienestar la vida, y permanecen siempre los peores, aquellos que se dedican a hacernos desdichados y difícil vivir en este mundo?

La respuesta está en el viento, aquel que nos llevará, como hoy se llevó a Polola, en forma de cenizas, hacia la nada eterna...


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