sábado, 16 de junio de 2012

EL TIEMPO. CON EL TIEMPO...

Buen día a todos. Leo, temprano (dicen que el cuerpo es un reloj; y sólo somos tiempo), el Diario de Juan Bernier. Es el 28 de septiembre de 1939. Y el poeta es desterrado a Puente Genil, tras la guerra civil. Y allí se reencuentra con Ricardo Molina, otro destacadísimo miembro de aquel memorable grupo poético de nombre CÁNTICO. Y nos dice:

"Se me destina a Puente Genil. Un pueblo. Ciñendo el río turbio entre los cañaverales, el caserío blanco ascendente por las colinas, salpicadas geométricamente de olivos. Horizontes tranquilos, cercanías placenteras, límites próximos. Tal Puente Genil, abrazado a su río con sus brazos limpios de cal limpia, bajo un azul de porcelana.
Tranquilidad. Monotonía. Una atmósfera más pura me envuelve. Pero en la noche noto hasta qué punto se ha ido el entusiasmo, la actividad vital. El contacto con la miseria me repugna sin moverme a compasión. Los pies desnudos, la fealdad de los niños raquíticos, oscurecen mi alma con una tristeza mezclada de fatalismo. Y me doy cuenta de que lo único ganado en la catástrofe es una buena porción de indiferencia. Ha muerto el sentimentalismo."

Sobrecoge este Diario. Pero sobre todo, sobrecoge que nunca aprendemos de la historia...
Son las 9:36 horas. Es sábado de junio. Como el cuerpo es un reloj, me ha levantado pronto de la cama: es el uso que hace el tiempo de aquel cuerpo agotado de semana; y es que sólo somos tiempo, eso que consumimos para ser desdichados y que nos consume en el espanto del horror...




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