martes, 25 de octubre de 2011

REVELACIÓN DE VIDA

NO me gusta el mundo; a veces, no me gusta la vida; pero me gusta sentirme vivo en el mundo... Y cuando siento algún temor por algo y sé que producirá cierta melancolía, o ciertos desconsuelos, me asomo al mar:  El mar es siempre un espectáculo, y es siempre una calma... El mar es el lugar donde se calma la tristeza en el espectáculo de su hermosura...
Y cuando en ese momento de contemplación y admiración para con el mundo, aún no te has reconciliado con la vida, basta un gesto, un recuerdo, un ayer, un vuelo -o quizá una caricia-, para que te llegue algo inenarrable y profundo; allí, donde habita la ternura y donde se pavonea la memoria más nuestra: la que sustenta nuestra forma, nuestra moral, nuestra estética ante el mundo, y que ya nadie puede cambiar, pues es la esencia fundamental de lo que verdaderamente somos; porque sólo somos una historia construida en el tiempo, con tu tiempo y a sus tiempos; y esa historia es irrepetible en cada ser humano, como irrepetibles serán ya para siempre nuestras vidas...

No, no me gusta el mundo, este mundo; muchas veces, incluso, tampoco me gusta la vida, muchas de las cosas de la vida... Pero irremediablemente, al cabo, me gusta sentirme vivo en este mundo...
Y no sólo la mar es la culpable de mi revelación de vida: ¡Que sería de mí sin mis gentes todas, vivas o muertas, que me llevan, a diario, a lugares donde me calmo de mundo y de vida!... Pero de entre todos los lugares donde me llevan en curas, siempre prefiero que me lleven al mar...

http://www.youtube.com/watch?v=TcZ3if8iuCs

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