martes, 18 de octubre de 2011

LA NECESARIA INOCENCIA HACIA LA NADA...

Cuando llega cierta edad, cierto tiempo de la vida, el tiempo -eso que somos, sólo tiempo-, envejece deprisa... Y cuando llega, además, cierta melancolía de fervores y paraísos perdidos, o cuando presentimos que se pueden perder, para entonces también envejecen, no ya el tiempo, que también, sino los sentimientos... Y nos hacemos más escépticos, menos utópicos, más cercanos a las miserias del mundo y sus asuntos: el de los hombres que lo habitamos en sus incertidumbres todas...

Pero basta un gesto, una mirada, una caricia, una luz -o quizá un roce de ternura-, y renacemos de nuevo al mundo aquel; cuando aún no habíamos perdido tantos paraísos, cuando aún ni siquiera lo presentíamos...
Y al igual que el tiempo envejece deprisa, también deprisa recuperamos cierta inocencia; justo la necesaria para sobrellevar tanto y tanto escepticismo que los sentimientos de derrotas nos van dejando en el camino. Ese camino que sólo es el instinto de superviviencia mientras nos acercamos deprisa hacia la nada...

Ojalá que, en ese camino, nos acompañen, siempre, los mejores; los más solidarios, los más hermosos y honestos, y los que tengan mayor capacidad de trasmitirnos, también siempre, aquella ternura para recuperar deprisa la necesaria inocencia hacia la nada...

http://www.youtube.com/watch?v=VMc0ok9_V7Q

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