miércoles, 1 de febrero de 2012

UN BARCO FRÁGIL DE PAPEL...

Un día más (este paraíso donde habito no termina nunca de agradecerme el seguir vivo) la luz de esta parte del mundo me llena de conformidad y de verdad; un día más, la mar estaba en calma; y la mañana, un día más también, vino limpia y hermosamente diáfana...
Pero esta mañana, este día, me trajo algo muy especial. Un amigo profundo (de esos imposibles de olvido), uno de esos seres humanos sin los que no fuimos, ni somos, ni seremos, me ha enviado un regalo enorme desde su Canarias, donde lo acogen...

Y siempre que recibo algún regalo, cuando hay afectos eternos, me hago siempre la misma reflexión: afortunadamente, me puedo permitir adquirir aquellas cosas que se me atojen, siempre que pueda y nunca debiéndolas con riesgos excesivos (es mi filosofía de la austeridad). Y también, afortunadamente, sólo se me antoja lo que me puedo permitir (es también parte de mi filosofía de vida ante el mundo y sus cosas: la felicidad consiste en no desear lo que no se puede tener; y, menos en amores -¡cuántas veces deseé lo que no me podía obtener!-, siempre fui feliz con esta filosofía de vida). Por tanto, no le doy valor a las cosas/objetos que me regalan, me ofrecen. El verdadero y enorme valor, cuando recibo el regalo de alguien, por muy poco valor que tenga, es el hecho de que esa persona se haya acordado de uno, aunque sólo haya sido por un momento. Ese acto del recuerdo es el verdadero regalo. Es el afecto; es la ternura de determinados sentimientos...
Y claro, si encima es un regalo sobre mi tierra prometida... ¡Gracias, amigo Miguel!.

P.D. El amigo Miguel Gómez me ha enviado un Atlas Fotográfico de unas islas que amo, las Islas Atlánticas de Galicia, mi Galicia, aquella tierra que siempre me lleva en mi derrota de ausencias, de lejanías, de morriñas y de querencias...
Gracias, Miguel; gracias amigo. Gracias siempre, siempre...

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