martes, 14 de febrero de 2012

DOLOROSOS E INACABADOS

Amanece el mar tan calmo que su azul no es de aguas sino de sedas que brillan de miradas de sol...
Y es de agradecer tanto reposo: ¡fue tanta la noche soñándote! Hablo de ti; sí, ¿de quién si no?...
Dicen que soñar es bueno y necesario; tanto, dicen, que sin los sueños la vida no la sería...
Pero sólo lo dicen los que nunca soñaron en verdad...  Porque yo, que me paso la vida soñando,
que todo lo que creí mío lo fue sólo en sueños, que sólo tengo ya esa capacidad aún intacta;
yo, cuando amanezco cada día y descubro que todo fue un sueño,
para entonces ya no quiero volver a soñar...
Porque yo tuve muchos sueños; sí, soñé que el mundo podía ser distinto; o
soñé que tú me seguías amando como me amaste,
¿o acaso no me amaste y también fue sólo un sueño?...
¡Ay!, los sueños de mi vida sólo lo fueron soñados; sí,
los sueños de mi vida sólo lo fueron en la fatalidad de un sueño que nunca vino a la vida,
más allá de lo lejos... Y allí queda siempre, en los límites del tiempo y del espacio;
inaccesible como una luna de espinas, como un fuego cercano, como una fatalidad en los adentros: dolorosos e inacabados...

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