viernes, 17 de febrero de 2012

DIGNIDAD

A lo largo de mi vida laboral he ido asimilando muchas inutilidades. Una de ellas, quizá la más dolorosa, es haber constatado -y desde muy temprano- que la condición humana del español medio hace ineficiente cualquier impronta que se lleve a cabo para cambiar aquella condición con cierto éxito de reforma. Y esta realidad hace de nuestra sociedad una sociedad difícilmente elástica en términos de "cierta competitividad social" para con nuestro entorno más cercano. Es verdad que en todos lados cuecen habas, paro aquí en esto de cocer ciertas habas somos bastante especialistas... Y me explico...

Quizá todo provenga de una falta de profesionalidad generalizada que hace que abunde la mediocridad, y donde los mejores se vuleven también mediocres porque lo malo es lo priemro que se pega. Y cuanto más grande es el colectivo, más pronto se pega la mediocridad de los jefes de esos colectivos. Para ello ayudan, y mucho, las vigentes y obsoletas estructuras verticales -que no horizontales y que se resisten siempre- dado que el de arriba no termina de "fiarse" del de abajo, creando así incompetentes escalones con ausencia de capacidad de decisión, lo que hace ineficiente cualquier actividad por demora en su acción. Y el de abajo, tras una etapa de desconcierto, rubor y espanto, termina asumiendo que más vale no rechistar, no vaya a ser que se quede fuera de juego y sin trabajo; y aparece entonces: es el reino del mediocre, rodeado de pelotas...

Para más inri, y gracias a que en mi vida porfesional he tenido la oportunidad de conocer a grandes ejecutivos de marketing de casi todos los sectores productivos de nuestra economía nacional, también he llegado a una conclusión: éstas rigideces y miserias existen en todas las empresas; y ésta mediocridad, y aquellas ineficiencias, se traducen en incompetentes propuestas comerciales y en deficientes ofertas en términos de mercado; y todo ello por el gran mal de nuestro sistema productivo: la opacidad, la falta de transparencia y los cuellos de botella por ausencia de equipos competentes, debido sobre todo a las obsoletas estructuras piramidales que hacen de aquel un sistema poco competitivo en términos de impronta comercial y técnica (más allá de capacidades profesionales). Y,  al mismo tiempo, aquellas prácticas y aquellas estructuras opacas y piramidales son el caldo de cultivo donde se van fraguando las grandes bolsas de corruptelas y prácticas mafiosas, amén de enormes, también, bolsas de fraude fiscal, prácticas que están tan extendidas en la pirámide empresarial y social de España...

Con estos mimbres el horizonte es muy oscuro: no sólo son evidentes estas ataduras de nuestra condición profesional y moral, sino que además se nos explicitan con más fuerza en esta época de enorme ruina y regreso al peor de los pasados, aquel donde no hubo protección para los más necesitados y débiles...

Tendrán que pasar algunas generaciones; y tendrán que llegar mejores coyunturas. Mientras tanto, sobrevivamos... No nos quedan muchos consuelos y los de siempre, los de de verdad de arriba, nos quieren sacar hasta los ojos... Eso sí, no sera con mi apoyo y sí con mi denuncia... Y poniendo siempre el acento donde la norma dice que hay que ponerlo; la norma aquella no escrita de cierta decencia y necesaria honestidad; la del espíritu crítico y la de la denucnia de lo inhumano. Porque con el alma de los hombres no se juega...

Y el alma se llama, dignidad.

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