martes, 31 de enero de 2012

EL CUENTO QUE NO ACABA NUNCA DE TERMINARSE DE CONTAR....

Hubo un tiempo, cercano en la historia, ayer, en el que los humanos alcanzaron tal nivel de desarrollo científico en el mundo occidental que llegaron a pensar que el hombre, la especie humana, ya nunca más volvería a caer en los errores del pasado, pues nunca antes en su historia aquella especie había consensuado con tanta amplitud en la tierra los ideales de la paz, la salud y el bienestar colectivos, anteponiendo todas sus políticas a la contención de los focos de pobreza y malestar que aún existían, más allá del primer mundo.

Y el hombre había llegado a la luna, y ya investigaba las posibilidades de vida en Marte. Caían los últimos signos de las consecuencias del último gran conflicto bélico mundial (el Muro de Berlín se desmoronaba, y los países de la extinta URSS iniciaban poco a poco sus caminos hacia la ansiada libertad), y el mundo destinaba grandes recursos a la investigación y la ciencia.
Por otro lado, los ejércitos, en vez de ejercer la violencia como lo habían hecho a lo largo de la historia, iban poco a poco asumiendo un papel brillante en la defensa de la paz en aquellos lugares del mundo donde se les necesitaba para evitar conflictos más serios y de más largo alcance. Eran los años en los que una Europa pujante y culta emprendía su camino hacia una Europa política de ciudadanos y los países del Sur de Europa, entre ellos España, se incorporaban ilusionados a ese inmenso proyecto de un mundo nuevo, donde el hombre iba a ser su protagonista, y donde imperase siempre el factor humano como centro de toda actividad, frente a su permanente papel de víctima que tuvo a lo largo de la mayor parte de la historia de aquel que alcanzamos a conocer.

Y en esas llegaron Reagan y Bush a la Casa Blanca y la Sra. Thatcher y Blair a Downing Street. Y aparecieron los fundamentalismos islámicos, se retomaron con fuerza las ideas noeliberales (el fundamentalismo occidental) y aparecieron las tercerras vías (el intrusismo noecon en la socialdemocracia; para muchos, fundamentalista también).
Y llegó el 11-S de 2001 y el mundo se nos cambió para los restos. Y desde entonces, todo regresó a lo peor...

En el camino, España iba bien y creábamos más empleo que toda Europa junta. Y nos dijeron que España pronto alcanzaría a Italia y a Francia en PIB per cápita. Y como nuevos ricos nos creímos el cuento que nos contaban...
Un cuento que empezó a construirse sobre las mentiras de los que aún hoy siguen erre que erre con el discurso mal llamado liberal (para ellos la libertad empieza y termina en su codicia mafiosa y amoral); un cuento al que inexplicablemente se sumó la izquierda socialdemócrata sin el espíritu crítico que exigía al situación, toda vez que la bola de la mentira hacía feliz a medio mundo; y un cuento, que como todos los cuentos debió acabar bien, pero que los de siempre, los protagonistas de los males de la humanidad, siguen intentando alargarlo en el tiempo, pues en vez de atajar el origen de los males (la desregulación de la codicia financiera internacional) se están dedicando a solucionar las causas de tanta miseria material y moral a la que han llevado al mundo los de siempre y como siempre, más allá  de las armas.

Y con el asombro y la quietud de la desalmada mayoría que asiste, una vez más, a su declive sin saber por qué...
Y sin saber, aún, cómo acabará el cuento.


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