Siempre te recuerdo tocándome; siempre me reconozco acariciándote...
Desde la primera vez que vi tus ojos, desde aquella primera -y ya única, nada se repite en la vida- vez que alcancé tu cuerpo, siempre me veo tocándote, acariciándote, rozándote la piel y sus contornos...
Desde la primera vez que vi tus ojos, desde aquella primera -y ya única, nada se repite en la vida- vez que alcancé tu cuerpo, siempre me veo tocándote, acariciándote, rozándote la piel y sus contornos...
Y en esa ansiedad de caricias, en esa dulzura de los tactos, siempre, siempre, te me apareces en sueños...
Y al despertar te cubro, como siempre, de rosas...
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