Lo he repetido muchas veces: la tragedia del mundo de hoy es que las estructuras políticas de sus sociedades no sirven ya como respuesta a los problemas derivados de la globalización comercial y financiera de la economía mundial.
Urge, por tanto, la creación de nuevas estructuras políticas que sirvan de contrapoder y de garantía en la salvaguarda de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Si ya sabemos que la actual crisis económica ha sido agudizada por la falta de regulación de la actividad del poder casi ilimitado del comercio y las finanzas multinacionales, un conocimiento que debiera servirnos para haber tomado decisiones políticas consecuentes, la tragedia es que seguimos igual que entonces, siendo los estados-nación del pasado la única respuesta, más allá de solventar los problemas de deuda de los países del sur de la zona euro.
Y si ya no sirve el estado-nación del pasado como respuesta organizativa ante la complejidad del mundo de hoy, en España asistimos, para colmo, a la desmembración y a la falta de consenso sobre aquel estado-nación del territorio llamado España…
Urge, por tanto, la creación de nuevas estructuras políticas que sirvan de contrapoder y de garantía en la salvaguarda de los derechos fundamentales de los ciudadanos.
Si ya sabemos que la actual crisis económica ha sido agudizada por la falta de regulación de la actividad del poder casi ilimitado del comercio y las finanzas multinacionales, un conocimiento que debiera servirnos para haber tomado decisiones políticas consecuentes, la tragedia es que seguimos igual que entonces, siendo los estados-nación del pasado la única respuesta, más allá de solventar los problemas de deuda de los países del sur de la zona euro.
Y si ya no sirve el estado-nación del pasado como respuesta organizativa ante la complejidad del mundo de hoy, en España asistimos, para colmo, a la desmembración y a la falta de consenso sobre aquel estado-nación del territorio llamado España…
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