viernes, 1 de enero de 2016

CENAS DE MEDIOCRES AMORTIZADOS

Sostengo que en política es necesario tener ambición personal; ambición, ganas, de ser servidor público, de querer representar a los ciudadanos que a bien lo tengan, más allá de capacitación y aptitudes para aquella representación. 
Sin ambición, sin capacitación y/o sin aptitud no hay liderazgo; y sin liderazgo, no hay proyecto de sociedad alguno: la mediocridad inundará todo el entramado político y social y se adentrará en sendas del pasado más oscuro ya transitadas. Y en esa mediocridad sobreviven muchos que han visto una y otra vez cómo se les niega el pan y la sal y no terminan de demostrar su capacitación ni su aptitud; eso sí, todos ellos hacen ostentación de una desmedida y ridícula ambición…
Algo de esto ha ocurrido -y está ocurriendo- en España. Y cuando desde los sectores más exigentes de la propia izquierda se solicita renovación, cambio de actitudes, regeneración de personas y de instituciones; cuando aquellos antiguos liderazgos fracasan una y otra vez; cuando las ambiciones desmedidas intentan renacer en vez de retirarse al olvido, cual fracasada apuesta, cual amortizada ilusión, para entonces, aparecen los traidores que no admiten su derrota y antes de morir en el olvido de su propio fracaso y soledad, necesitan llevarse por delante toda apuesta que supla su fracaso: conmigo o sin nadie, es el lema de los traidores, de los fracasados, de los derrotados una y mil veces, de los desleales, de los mediocres y de los ensimismados muertos… 
Sí, cuando la ambición es desmedida se cae en el esperpento, cual organizar cenas a escondidas con los fieles que sólo creen en su derrota, en su olvido, en su muerte; aquellos aún más mediocres que en otro tiempo fueron leales al fracasado líder, toda vez aquel los encumbró y los mantuvo en sus ámbitos de poder; un poder que no admiten sino eterno y niegan su temporalidad, su tránsito temporal limitado… Como si fuesen imprescindibles, eso de lo que saben tanto los cementerios que visito y donde siempre reflexiono sobre lo mismo: ¡qué poco aprendemos en una sola vida!
No, no aprenden o no quieren aprender… Y no saben decir adiós dejando a gente nueva, capacitada, apta y con ganas de ganar el futuro, eso que no existe sino en sueños alimentados por la ilusión de un presente; pero sin esa ilusión en el presente sólo hay pasado, oscuridad, lejanía y regresos…
Hoy, viendo el Concierto de Año nuevo desde Viena, he recordado aquel mundo de ayer de aquella Vieja Europa, cuando en Viena, como nos contaba Stefan Zweig, en los viejos cafés la gente sencilla abría los periódicos por las páginas culturales para ver qué obra musical o teatral se representaba en la ciudad… Esa Vieja Europa que reclamo y que creímos haber conquistado como modelo para los españoles, esa culta y refinada Europa parece que se nos vuelve a escapar por mor de unos amortizados políticos que se creen imprescindibles y que nunca ganaron nada ni desarrollaron ilusión alguna, salvo satisfacer sus egos, sus ambiciones desorbitadas y sus maldades…

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