Sostengo que una cierta soberbia es obligatoria para sobrevivirnos en este mundo de lobos... Pero del mismo modo, sostengo que al menor exceso de vanidad nos estamos mostrando como lo que realmente se es: un débil mediocre que suspira, con deseos, por la admiración de los otros que nunca llega...
Y es que sólo lo admirado con certeza, la de la altivez que otorgan los otros con amplios consensos, lo elevado, sólo lo excelso, se salva de la vanidad; ya no la necesita: ha alcanzado la gloria y allí reside para la eternidad...
El resto, lo demás, sólo fatuidad, mediocridad, lástima...
Y es que sólo lo admirado con certeza, la de la altivez que otorgan los otros con amplios consensos, lo elevado, sólo lo excelso, se salva de la vanidad; ya no la necesita: ha alcanzado la gloria y allí reside para la eternidad...
El resto, lo demás, sólo fatuidad, mediocridad, lástima...
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