sábado, 16 de enero de 2016

EL MUNDO DE HOY

Desde que cayó el muro de Berlín el mundo se ha globalizado en lo que atañe a movimientos de capital, pasando a ser el mundo de las finanzas el protagonista de toda actividad económica, ya sea industrial, comercial o de servicios.
Y en esa globalización, las sociedades de intermediación del ahorro y de la inversión (las entidades financieras) han dispuesto del ahorro mundial sin transparencia ni control alguno: nuestros depósitos en entidades financieras que preside un señor que apenas tiene el 2% de las acciones de la sociedad, son manejados por fondos de inversión multinacionales sin control ni capacidad de gestión alguna por nuestra parte… En la pirámide de ese poder no hay nombres ni apellidos: sólo tantos por cientos de accionistas sin cara ni espalda…
Y así, en nuestra sociedades capitalistas ya no hay burguesía comercial o industrial; el mundo del capital no tiene cara ni nombre ni apellido; y los burgueses han devenido en clases medias más o menos acomodadas sin control alguno ya de sus antiguos negocios o empresas…
El resto de la población, aún habiéndose empobrecido en grandes capas como consecuencia de la actual crisis, ha pasado a engrosar la base social del sistema, basado en cierta capacidad de consumo y escaso ahorro, lo que ha supuesto un riesgo a futuro del propio sistema que fue necesario reconducir con las llamadas políticas de ajuste como consecuencia de las crisis de deudas añadidas a la crisis financiera, lo que ha producido bolsas de pobreza en sectores amplios de aquellas mayoritarias clases medias; clases medias que, en líneas generales, permanecen aún acomodadas y que, aunque con algo de incertidumbres sobre el futuro, siguen apostando por la estabilidad del sistema… Y si bien todos los anteriores sistemas al actual han fracasado, lo que lo posiciona como el mejor de la historia, esta crisis ha demostrado que es necesario regularlo, pues ha sido precisamente la falta de regulación del sistema económico mundial lo que ha provocado la crisis financiera en primer lugar y con posterioridad, o al unísono, la crisis de deuda en Europa.
Mientras tanto, los Estados, las naciones más importantes del mundo, han seguido con políticas ‘déjà vu’ y que, si bien sirvieron cuando la economía no estaba tan globalizada como en la actualidad y existía el muro de Berlín, hoy no tienen eficacia alguna: el comercio, las finanzas y las decisiones económicas se han globalizado sin control alguno y son decididas por grupos de poder sin cabeza visible alguna, y el poder político, en su función reguladora y de control, no tiene instrumentos eficaces para contrarrestar aquel inmenso poder oculto, repito, sin cabeza visible, pero que mueve ingentes cantidades de capital y con una casi infinita capacidad de decisión sobre dónde y cómo invertir en tal o cual negocio y en qué área del mundo. En suma, como vengo diciendo, se ha globalizado el capital pero no la política… Sí, la crisis y el mundo de hoy nos deja un mensaje claro: la necesidad de una gobernanza mundial del planeta en todos sus ámbitos: económico, social, poblacional y medioambiental.
Y frente a esa necesidad, aquí seguimos, en el Sur de Europa, mirándonos el ombligo y debatiendo sobre si una mujer debe llevar al Parlamento o no a su hijo, como hizo la famosa ya señora de Podemos en un impresentable e inadmisible acto de demagogia pueril, o si la otrora emprendedora burguesía catalana, a través de sus representantes políticos corruptos, se independiza de lo que dice es su enemigo (España), en un camino hacia la nada, como ya nada queda de aquella burguesía catalana que creó industria, riqueza, cultura y bienestar y hoy venida a menos por mor de la globalización y de sus ocultos poderes…
¡Vaya panorama!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios