jueves, 6 de mayo de 2010

UNA TRISTE CERTEZA

Desde que tengo uso de la razón (mi razón) busqué siempre un mínimo de certezas; aquellas que despejaran las tantas y tantas negruras que iban dejándonos tanta miseria social, tanta desigualdad, tanto cura, tanta monja, tanta mentira y tantos y tantos silencios...
También desde entonces, desde que hago uso de aquella razón (la mía), siempre intenté buscar una explicación a todo lo que ocurría a nuestro alrededor...
Pronto, quizá demasiado pronto, supe de lo difícil que resultaban ambas tareas. Las certezas no llegábamos a conocerlas; bien porque no existían (siempre fui un hombre de fe que no creía en nada más allá de la duda), bien porque nos las ocultaban o nos las desfiguraban... Y claro, sin certezas, apenas explicaciones de lo que no alcanzábamos a conocer como cierto, sino como desconcierto...
Y llegaron los libros; y llegó cierto conocimiento y saber...
Y sobre todo, llegó la vida, la experiencia, la madurez... Y desde entonces todo fue un cada vez mayor malestar: ¡Ay! ¡Bendita inocencia!... "Amar es la eterna inocencia, y la única inocencia, no pensar" (F. Pessoa).

Pero hoy, 6 de mayo de 2010, tenemos una muy triste certeza: quizá sea la primera vez en la historia de la humanidad que sabemos -con casi toda la amplitud de que somos capaces de obtener verdades en el mundo de hoy- el origen de la actual crisis económica; antes, en el pasado, las causas de los ciclos económicos eran más difíciles de concretar; y sobre todo, apenas tenían rostros, nombres y apellidos... En cambio, en la actual depresión mundial, con enormes bolsas de pobreza ya en el mundo, tenemos una enorme y dramática verdad muy cercana a la certeza: el sistema financiero (con nombre y apellidos, y con rostros), los gobiernos liberales del pensamiento único ( con nombres y apellidos, y con rostros) y sus burócratas de la Reserva Federal, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (con nombres y apellidos, y con rostros), son los verdaderos culpables de este incierto presente donde no vemos la luz más allá de un enorme conflicto social de consecuencias imprevisibles... Y encima, se van con pensiones de más de 80 millones de euros...

Desde que tengo (y hago) uso de mi razón, nuncanojamas he vuelto a ser feliz como lo fuimos con la plenitud de la inocencia...
Como León el Africano (Maalouf), "en Coín (la Granada de León el Africano, de Maalouf) vive aún mi inocencia".

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