martes, 11 de mayo de 2010

DE REGRESO...

Cuando eran las 17,20 horas alcanzaba al fin las estancias del Mediterráneo; aqui, donde no habita el olvido...
Como quiera que la reunión acabó sobre las 12,45 horas, camino de Málaga, en Alcalá de Guadaira, el llamado pueblo de los panaderos, hay un restaurante a pie de carretera de muy buena cocina: croquetas de pringá con patatas, y judías blancas; acompañadas de coca-colas y aceitunas. Este ha sido el homenaje, de pie, en barra, que me di. Y cuando eran las 14,30 horas estaba de nuevo en carretera...
Sol y nubes; vientos y primavera soliviantada...
Y el claror de la tarde me acompañó hasta Estepa, donde un café con pionono de Granada me supo a gloria celestial... Y un hombre metido en años -y en cintura-, peleaba con una máquina tragaperras: patético espectáculo ver a esos tipos (son una casta; son un ser; son un estar en el mundo los ludópatas solitarios en su misterioso abandono) malgastando sus pocos portentos y sus escasos sustentos...
Y al cruzar la ronda de Málaga, camino de Calahonda, una enorme tromba de agua invadió el alma de temores: la naturaleza y su fuerza siempre me produjeron un extraño asombro; una misteriosa y siniestra mezcla de terror y de admiración...
Pronto, al fin, tras la Sierra de Mijas, de nuevo el claror de los cielos se reflejaba en el mar verde y gris, mar que así dejó a su paso la tormenta...

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