lunes, 24 de mayo de 2010

LOS CREPÚSCULOS DE MAYO...

Ya las tardes se alargan de golondrinas; ya los días se prolongan de crepúsculos... Y apenas calor, esas inadaptables afueras que muchos ya reclaman; como tampoco ya los fríos del pasado...
Y así, los días son del color de las ciruelas amarillas...

Y al llegar la tarde, cuando ya agotado el día los cielos se prolongan en belleza y hermosura, cuando las golondrinas revolotean sus estancias, para entonces, para el crepuscular diario de cada tarde, de cada día de este delicioso mayo, para entonces, ya agotada la mar de enfrente, espumea su gozo; aquel de haber alcanzado las tierras que deseaba; quizá desde la noche anterior; quizá desde el amanecer del día...

El mar, la mar, los mares, nunca se repiten; siempre se están renovando: van; vienen; alcanzan su objetivo, espumean las tierras y sus acantilados, y regresan a sus infinitas lejanías...
Y será ya la noche, que comienza así a imponer su ciclo: las aguas oscuras se alejan, mientras orillean los ansiados crepúsculos de mayo.

Para entonces, sólo somos ya el asombro...

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