Debía ir al geriátrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre ella. Me respondió que padecía de Alzheimer. Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde. Me respondió que hacía cinco años que ella no podía reconocerlo.
'¿Y usted sigue yendo cada mañana, aún cuando ella no sabe quién es usted?' Él sonrió, me acarició la mano, y me contestó: 'Ella no sabe quien soy, pero yo aún sé quién es ella.'
Se me erizó la piel. "¡La vida no es cómo sobrevivir a una tempestad, sino cómo bailar bajo la lluvia!"
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