viernes, 11 de enero de 2008

LA COMPLEJIDAD DEL MUNDO (y IV)

Por último habría que resaltar que la modernidad de fin del milenio pasado, amén de progreso tecnológico y de desarrollo científico, nos ha traído en su complejidad grandes dosis de desconsuelo, de desencanto y de desdén hacia ciertas formas de lo colectivo, produciéndose, en cambio, un renacer de los valores individuales como los verdaderamente importantes, frente a las utopías colectivizantes y más cercanas a la solidaridad entre los seres humanos. Y este ha sido quizá el gran triunfo de lo que se ha venido en llamar "el pensamiento único" como forma dominante de la cultura colectiva del fin del milenio y como superestructura ideológica que ha sustentado el modelo de desarrollo económico liberal, modelo que está acabando con las conquistas sociales del estado del bienestar. Pensamiento único sobre el que se ha sustentado gran parte de la historia reciente de la humanidad... Ese mismo pensamiento único que renació con fuerza tras el gran fracaso del siglo pasado, cual fue el socialismo real que se implementó en los países del este de Europa y que acabó saltando por los aires... Sí, ese pensamiento único que ha necesitado como sustento social el miedo colectivo a lo que se ha venido en llamar la guerra de civilizaciones, y que no es sino la forma actual de la desigual forma de la distribución del poder en el mundo, y que lideran los neocon de la Administración Bush y que con sus provocaciones y sus actos de guerra han cambiado completamente el mundo hasta hacerlo más complejo, más desigual y menos solidario de lo que fue en el siglo pasado...
Por eso, los de mi generación, que fuimos y somos francófonos, y que siempre llevábamos y llevamos a París en el corazón, nos congratulamos de que al menos Sarkozy no es un neocon: es de derechas, pero tiene una visión de lo público (como buen francés) que ni por asomo se puede considerar uno de aquellos instigadores del miedo y del mal de las civilizaciones ajenas a la occidental; antes al contrario, Sarkozy ha salido siempre en defensa del Estado como el espacio de lo público y colectivo frente a cualquier intento de vejación y abandono del mismo. Y Francia quizá sea el país de Europa donde más árabes residen desde hace más de tres generaciones. Lo que no quita que esté preocupado (como lo está ya Z, como lo están los europeos, y más en recesión económica) con las inmigraciones masivas y regularizaciones masivas de otros tiempos (hasta Z ha rectificado: nos ocultan los aviones que trasladan a miles de deportados a sus países, como por otra parte es de esperar en un responsable político serio ante un problema de esa envergadura).
Y ese miedo al diferente, ese temor a la inmigración como consecuencia de la mal llamada globalización, sólo viene a añadir más complejidad si cabe a un mundo lleno de contradicciones, odios y malestar, más allá de cualquier voluntarismo simplista.