viernes, 25 de enero de 2008

CLEMENCIA

Muchas veces, las más de las veces, sus palabras, sus actos, sus pensamientos, son boutades, son excesos, son signos que gritan en silencio... Otras veces son melancolías, son cercanías lastimosas, son tristezas...
Así es la vida que le han dado: no le preguntaron nunca si quiso venir al mundo; y así es su vida: un continuo aquí, allí, o más allá... Buscando ese inexistente equilibrio entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entra la belleza y la ordinariez, entre la inteligencia y la estupidez...
Así es su alma: un alma insatisfecha y preocupada por lo que ve y siente a su alrededor. Las más de las veces, gozosa; otras, sentida y resentida (vuelta a sentir)... En cualquier caso, sin solución de continuidad...
Y así es su espíritu: crítico y radical (radical en su verdad; no absoluta, pero suya); esperpéntico y cachondo; sentimental y risueño...
Todo un puzle irrealizable, donde faltan piezas; donde poco o nada encaja... Todo un despropósito del buen hacer y del buen sentir...
Y que intenta, en silencio, y muchas veces -las más de las veces-, sólo sobrevivirse, para así intentar hacer feliz a la gente que tiene a su alrededor.
Y como es consciente de ello, de que muchas veces -las más de las veces-, no hace feliz a la gente que tiene a su alrededor, se refugia en su soledad; se recluye en su exilio interior...
Y para entonces las boutades llegan a renacer de manera absoluta e irrepetible; porque sólo así él se entretiene y es feliz sobreviviendo por entre sus miserias...
Alguna vez pide socorro; clemencias. Pero casi nadie, las más de las veces, acude en su ayuda...