Ha muerto Angel González. Nuevamente nos quedamos más huérfanos... Definitivamente, la vida es una travesía hacia la orfandad total: todos nuestros espejos se nos van oscureciendo hasta la opacidad de la muerte.
Contemporáneo de los grandes poetas del medio siglo español (creo que la generación más sufrida de la literatura española, pero que salió adelante gracias al alcohol: vivir en aquella España, en cierto exilio interior, sólo fue posible gracias al alcohol), Angel González fue sobre todo un hombre honesto y que sintió profundamente y como quizá nadie, el gran fracaso del mundo...
Y hay un poema suyo, que precisamente hace dos o tres días (como una premonición) volví a releer y que me conmueve cada vez que lo leo...
Va por ustedes...
EL DERROTADO
Atrás quedaron los escombros:
humeantes pedazos de tu casa,
veranos incendiados, sangre seca
sobre la que se ceba -último buitre-
el viento.
Tú emprendes viaje hacia adelante, hacia
el tiempo bien llamado porvenir.
Porque ninguna tierra
posees,
porque ninguna patria
es ni será jamás la tuya,
porque en ningún país
puede arraigar tu corazón deshabitado.
Nunca -y es tan sencillo-
podrás abrir una cancela
y decir, nada más: «buen día,
madre».
Aunque efectivamente el día sea bueno,
haya trigo en las eras
y los árboles
extiendan hacia ti sus fatigadas
ramas, ofreciéndote
frutos o sombra para que descanses.
