Aquellos años, en Málaga, cuando la vida era algo más que estudiar en la Universidad, nos quedábamos hasta altas horas de la madrugada despiertos para salir a pintar (normalmente intentábamos hacerlo por las zonas más céntricas de la ciudad), o a buzonear panfletos bajo las rendijas de las puertas de las silenciosas casas de las barriadas de clase social que pensábamos más cercanas a la izquierda y al descontento con la dictadura... Y de vez en cuando entrábamos en algún bar que en la noche seguía abierto... Y allí encontrábamos todo tipo de personajes, jóvenes y no tan jóvenes, todos casi alcoholizados, y casi siempre se oían rumbas... Esas noches empecé a temerme que la gente estaba en otra historia; se movía por otros parámetros...
Y sin que hubiese llegado aún la democracia, ya por entonces empecé a descreer de la conciencia de clase de los más desamparados... Siempre pensé que con estos materiales humanos que había producido el tardo-franquismo, con generaciones sucesivas de descreídos y desolados seres humanos, poco podíamos hacer...