viernes, 25 de marzo de 2011

PICASSO

No tener Lisboa a mano; no poder refugiarme en El Chiado, no poder alcanzar Portugal, hizo que en la hermosa tarde de ayer me refugiase en el Museo Picasso de Málaga, tras un paseo sentimental por los territorios más cercanos de mi infancia. Y nos prometimos (me acompañó una mujer hermosa a la que amo; lo dicho: fue una tarde prodigiosa en refugios) una visita al nuevo y soberbio Museo de Carmen Thyssen, que se inauguró ayer, toda vez se diluya la novelería cateta de las gentes de la Málaga del establecimiento (resaltar la, para mi, excelente recuperación del Palacio de Villalón).
 Y con sólo alcanzar los silencios del museo, de sus galerías, de sus salas, con los sigilosos extranjeros que nos acompañaban en la visita (¿para cuándo los españoles dejaremos de hablar en alto, como en los bares, en los museos?: ¡afortunadamente, no vimos ninguno!), se me transformó la piel, la cara y sus asuntos... Adoro a Picasso; como adoro a Goya; quizá, en ambos esté resumida toda la historia del arte... Creo que es la cuarta vez que visito el museo: allí soy otro... Y tras comprar merchandissing en la Librería del Museo y pañuelos de seda parisinos, tomando un café en la deliciosa y tranquila cafetería del museo, nos prometimos revisitar la París de Picasso...

Resaltar, también, que me sorprendió (nos sorprendió) la magnífica exposición temporal de Kippenberger, que también adoraba a Picasso...

P.D. A pesar de la exquisita tarde de ayer, amanecí llevando a Portugal en las entrañas...

http://www.goear.com/listen/00471b0/la-paloma-de-picasso-mayte-martin

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