(Para Plácida Gómez, que tiene la suerte de vivir en Granada)
La mañana se me abre fría, como granadina por seca de aguas; aguas que en la noche no dejaron de atormentar los cielos, la tierra y los mares... Sí, la mañana vino granadina en fríos, pero luminosa en mar calmo, quieto y delgado en su infinita grandeza...
Y así, me siento como un quijote retirado en este paraíso, esperando tiempos mejores para salir de nuevo a las aventuras de la vida, del mundo, del que hace ya mucho tiempo me bajé, me detuve, para que de nuevo me llegaran los sueños... Como conquistar de nuevo Granada, y una vez vencida, arrodillarme delante de La Alhambra y derretirme con suspiros ante su hermosura...
La mañana se me abre fría, como granadina por seca de aguas; aguas que en la noche no dejaron de atormentar los cielos, la tierra y los mares... Sí, la mañana vino granadina en fríos, pero luminosa en mar calmo, quieto y delgado en su infinita grandeza...
Y así, me siento como un quijote retirado en este paraíso, esperando tiempos mejores para salir de nuevo a las aventuras de la vida, del mundo, del que hace ya mucho tiempo me bajé, me detuve, para que de nuevo me llegaran los sueños... Como conquistar de nuevo Granada, y una vez vencida, arrodillarme delante de La Alhambra y derretirme con suspiros ante su hermosura...
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