martes, 27 de septiembre de 2011

PASEANDO POR LISBOA, MIENTRAS DORMÍA...

He dormido algo hoy; llevo días que apenas, con intermitencias. Nunca fue mi fuerte, pero con paciencia y tiempo (necesito más horas para dormir las normales: la disnea me despierta a menudo) consigo a veces dormir algo. Sólo los fines de semana recupero... Y como estaba agotado de lunes y de ausencias, quizá oyendo el último fado me creí paseando por La Baixa, camino de la Praça do Comercio para asomarme al Rio Tejo, que antes ha pasado por Toledo, donde lo llaman Tajo...
Y subí luego, en tranvía, al Castelo de São Jorge, desde donde volví a ver el Río Tejo. Y bajé por La Alfama, y delante de La Sé, seguía oyendo aquel último fado... Me detuve, por momento, y decidí subir al Chiado... Cogí el Elevador da Gloria en la Praça do Restauradores y alcancé el Miradouro de Sao Pedro de Alcántara. Y allí, de nuevo, volví a divisar el Río Tejo y los barcos que partían...
Cansado de síndromes de placeres elevados, bajé a la Praça Luis de Camoes, y en la Rua Garret, en A Brasileira, Pessoa me invitó a café del Brasil. Y, ni corto ni perezoso, me leyó este hermoso poema de su médico brasileño, Ricardo Reis.

Ven a sentarte conmigo, Lidia, a la orilla del río...*
 
Ven a sentarte conmigo, Lidia
a la orilla  del río.
Con sosiego miremos su curso
y aprendamos que la vida pasa,
y no estamos cogidos de la mano.
(Enlacemos las manos.)

Pensemos después, niños adultos,
que la vida pasa y no se queda,
nada deja y nunca regresa,
va hacia un mar muy lejano,
hacia el pie del Hado,
más lejos que los dioses.
Desenlacemos las manos,
que no vale la pena cansarnos.  
Ya gocemos, ya no gocemos,
pasamos como el río.
Más vale que sepamos pasar
silenciosamente y sin desasosiegos.
Sin amores, ni odios, ni pasiones
que levanten la voz,
ni envidias que hagan a los ojos
moverse demasiado,
ni cuidados, porque si los tuviese
el río también correría,
y siempre acabaría en el mar.
Amémonos tranquilamente,
pensando que podríamos,
si quisiéramos,
cambiar besos y abrazos y caricias,
mas que más vale estar sentados
el uno junto al otro
oyendo correr al río y viéndolo.
Cojamos flores, cógelas tú y déjalas
en tu regazo, y que su perfume suavice
este momento en que sosegadamente
no creemos en nada,
paganos inocentes de la decadencia.
Por lo menos, si yo fuera sombra antes,
te acordarás de mí
sin que mi recuerdo te queme
o te hiera o te mueva,
porque nunca enlazamos las manos,
ni nos besamos
ni fuimos más que niños.
Y si antes que yo llevases el óbolo
al barquero sombrío,
no sufriré cuando de ti me acuerde,
a mi memoria has de ser suave
recordándote así, a la orilla del río,
pagana triste y con flores en el regazo.
*Heterónimo Ricardo Reiss
Versión de Rafael Díaz Borbón
Y mientras me recitaba su poema, seguía sonando el último fado que anoche me sirvió de despedida del día y que me ha ayudado a dormir algo mejor, creyéndome en la ciudad de Lisboa y mirando al Río Tejo, que antes ya ha pasado por Toledo, donde lo llaman Tajo...

http://www.youtube.com/watch?v=FRLJ3b_8XLk&feature=share

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios