Decía Rafael Pérez Estrada que era "imprescindible encuadernar la memoria para que sea un álbum fácil de hojear". Amanezco en domingo último de sol y agradables temperaturas; y como todos los domingos, nada en hacer sino en disfrutar de la holganza... Y como todos los domingos, dedicado a recordar; no sólo las tareas pendientes en la semana que entra, sino también, los balances de un estado: los descansos son siempre traidores, como espejos fríos: no hay engaño posible. Descansas del cansancio, recuperas el tiempo perdido en cansarte, en vivir. Al tanto, inevitablemente balanceas tu vida, y tú ya no te engañas; tus miserias sólo tú las conoces; y tus maldades también. Sólo ves de ti, en el engaño diario, lo que tú crees que ven los otros de ti; pero los otros ven en ti más allá de lo que imaginas; por esta razón no soportas los espejos... ¡Ay, los espejos, esos restos de la vida!...
También decía Rafael, que "el espejo es una invitación a la resurrección del pasado", aunque "los espejos, en su frialdad, no tienen memoria"... Porque "un espejo es un espejismo"...
Y entre espejismos de vida y realidades de muertes; entre espejos cansados de domingos de holguras y balances; entre miserias y derrotas, intentaré encuadernar mi memoria para que sea un álbum fácil de hojear.
Sólo así me habito...
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