domingo, 11 de septiembre de 2011

11-S


Los septiembres de mi vida siempre fueron meses de cambios; no sólo climatológicos; dejábamos también el campo y nos preparábamos para empezar los colegios en octubre, siempre después del día del Caudillo, aquellos 1 de cada octubre de mi vida, cuando yo cumplía años: siempre llevé mal que el día de mi cumpleaños fuese el día del Caudillo; creo que desde pequeño, sin conciencia política aún, pero sí social (¿cómo no tenerla mi generación si al llegar al pueblo veíamos a la mayoría de los niños con pantalones cortos, rajados por donde los atributos, para que al orinar, en la calle, no manchasen el pantalón?), odié a ese hombrecillo siniestro que bajo palios entraba en las ceremonias religiosas y mantenía aquella grisura y los silencios del miedo en la España cuasi feudal que impuso tras perder "todos" la guerra: la guerra de la convivencia, la guerra de la democracia y la guerra de la vida... 
Pero hubo un septiembre que me dejó cao, cuando ya sí, ya tenía conciencia política, y aquel hombre, aquel modelo, era toda una esperanza en el mundo. Llegué de la piscina a comer a casa y conocí en TVE que bombardeaban el Palacio de la Moneda, residencia oficial de Salvador Allende, aquel hombre que quiso cambiar el mundo empezando por Chile y de maneras y formas democráticas. No sólo acabaron con él y su modelo; acabaron con las esperanzas de toda la izquierda social y política de occidente. Sostengo que la crisis de la izquierda no viene desde la caída del muro, y de lo que luego supimos, ni del triunfo de los neocon, o de los abandonos... Sostengo que la crisis de la izquierda mundial comienza en Chile cuando acabaron con Allende y su modelo, cuando los poderosos vieron en ese modelo pacífico, democrático, sin violencia, el germen de toda una verdadera revolución; la de la razón, la de la cultura, la de la educación... Por eso lo mataron: porque su discreción, su democrático talante, era más peligroso que los pactistas de la izquierda tradicional europea, tanto socialdemócrata como comunista, enemigos controlados y pactados en repartos. Pero Allende nacionalizó el carbón y otros recursos naturales; quiso transformar de verdad las estructuras productivas, y quiso repartir los beneficios de una manera colectiva; y todo ello sigilosamente, con formas democráticas y avaladas por la razón y la esperanza...
Y hoy, que se cumplen 10 años de aquel otro terrible episodio del atentado y destrucción de las torres gemelas de NY, el mayor atentado terrorista de la historia y el inicio del declive del poder de los EE.UU. en el mundo, de cierto una enorme tragedia, y cuando aún al ver las imágenes se me conmueven los adentros como aquel mismo día (hay imágenes de nuestras vidas que por mucho que las veamos siempre nos conmueven de la misma manera y profundidad; son las que no podemos soportar sin rechazos; son las que nos marcaron para siempre...), y hoy, que el mundo está más pendiente de ese aniversario que del de la caída y asesinato de Allende (quizá porque fueron ellos, los americanos y su inteligencia (?) los que acabaron con Allende y no quieren recordar sus vergüenzas), sirva mi recuerdo a un pueblo y un proyecto que me hizo más humano y me corroboró en mis convicciones políticas, convicciones que gracias a testimonios como los de aquel hombre y algunos otros más, mantengo intactas... 
Porque las grandes preguntas del hombre siguen sin respuestas; por ejemplo, ¿por qué tanta desigualdad y tanta hambre en el mundo?... 
Mientras no haya respuestas, o no quieran tenerlas los que nos obligan, habrá preguntas incómodas que me harán seguir siendo un rebelde... 
Y con causas...

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