jueves, 22 de septiembre de 2011

MI LUZ, NO SACIADA AÚN

Decía Vergilio Ferreira, que "ser inteligente es ser desgraciado. El imbécil es feliz". Debe ser por esto por lo que veo tanta imbecilidad en el mundo: la gente se dice feliz...

Ya oscurece menos despacio; los días tienen ya ese halo de misterio que les da la luz blanca y suave del otoño, y nos aflora cierta tentación oculta: la de tocar ese misterio. Desde muy pequeño tuve un deseo: era tocar la luz; cuando un rayo de luz, en el silencio de la noche entraba en la habitación infantil (siempre dormí poco y mal, y me despertaba la luz y sus fantasmas), siempre quería tocarlo; pero se me escapaba. Y ya desde entonces siempre sueño con tocar la luz algún día...
Y siempre que llega el otoño me creo que será entonces, porque cuando llega el otoño la luz cambia de tono, de fuerza y de oblicuidad. Y siempre que llega el otoño busco ese rayo de luz, que al entrar por la ventana nos deja ver el aire y su polvo suspendido; a modo de señal, de guía; y me lanzo siempre a tocar la luz. Y la toco, sí, pero se me derrama por la piel y no la puedo contener y llevarla a otro lugar: la luz sólo encuentra los espacios y recintos que la naturaleza le ofrece; y al parecer, mis manos no están en ese proyecto. Pero si mi corazón, mi razón, y mi inteligencia que me lo reprime.
Por eso soy desgraciado, porque mi corazón me pide tocar la luz y mi inteligencia me detiene y me recuerda que nunca lo conseguiré. Porque la eternidad vive siempre con nosotros; y también vive en la vida. Y así, mi deseo de tocar la luz será eterno en mí hasta que me muera.

Por eso le temo a la muerte, porque no irá saciada de mi deseo de tocar la luz...
Por eso soy, siempre fui, y seré desgraciado, porque mi inteligencia me dice que nunca lo conseguiré; tú, mi luz, mi conquista no saciada aún...

http://www.youtube.com/watch?v=CyDtqrATko0

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