Y mientras las afueras renacen a la vida, leo a Pessoa, ese monstruo de la literatura que ha llegado a ser mi monstruo etéreo con el que habito y sufro, como él habitó y sufrió de mundo... Y leo:
"En la vida de hoy, el mundo sólo pertenece a los estúpidos, a los insensibles y a los agitados. El derecho a vivir y a triunfar se conquista hoy con los mismos procedimientos con que se conquista el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación".
FERNANDO PESSOA (El libro del desasosiego de Bernardo Soares)
Después de estas palabras, quedo mudo; como colgado en un trapecio ido en alturas imposibles; porque el mundo no cambia (este texto lo escribió Pessoa hace casi un siglo); porque el hombre no crece en moral colectiva...
Y no conozco las salidas... Como si todas las puertas se hubiesen cerrado y el mundo estuviese atrapado en su infinita miseria colectiva...
Amanece la mañana en luz sobre la ciudad que me acoge y amo, mientras las aguas dulces se salinizan; como cuando llego a ti -tampoco hoy te nombro-, mi salerosa niña, para que me acojan tus brazos y me colmes de la belleza de la vida a la que aspiro contigo...
A pesar de que el mundo sólo pertenezca a los estúpidos, a los insensibles y a los agitados, y a pesar de que estemos atrapados sin salidas...
Porque no amanece el mundo que persigo.
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