Hace unos años -era agosto y era 1989-, uno de esos días que uno tiene una cierta inclinación, anoté en uno de mis cuadernos esto:
Dadme un ciprés crecido
A la ladera de un arroyo de adelfas.
Dejadme a solas.
Con la oscuridad, recogedme.
No me pidáis jamás motivos...
Hoy, en esta mañana tardía a la vida, tan amarilla, tan sin nubes, amanecí con ese estética, con ese sigiloso silencio de la soledad en compañía de una incierta desviación vaga y redonda hacia la contemplación de la nada, más allá de este prodigioso espectáculo que ofrece este tan luminoso día, cercano ya a una cierta despedida...
Una despedida que me acercará más a ti, que tampoco hoy te nombro, y que te pareces al sol de esta soberbia mañana luminosa, hasta impedir la mirada...
Será, entonces, esta esplendorosa mañana la que me empuje más aún a la vida, a ti...
Al sol que me ilumina y que tanto se te parece;
como en aquella tarde que te conocí
y que fue ya para siempre...
http://www.youtube.com/watch?
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