viernes, 22 de julio de 2011

LILIPUTIENSE EN COMA PROFUNDO...

Amaneció de sol, con escasas nubes, a modo de presagio: en días, bajaré para el sur del Sur, en ese constante retorno al comienzo de todo que es la vida siempre... Nunca vamos, volvemos. Y si vamos, lo es para regresar...

Nubes escasas que rompen los cielos de grises, y tonos celestes predominan sobre blancos, que ya grisean con menos fortaleza. Al menos las temperaturas no han subido apenas, cosa que es de agradecer por este cuerpo aún sobresaltado de tanta belleza, de tanta hermosura y de tanta muchedumbre como las que ayer sintió, vivió, padeció... Porque también la hermosura se padece...

Y así, amanezco enfermizo y empequeñecido; como un liliputiense en coma profundo; aunque de vez en cuando conviene relativizarnos. Porque no somos nada; no somos nadie; apenas algo importante (lo único cierto y auténtico en la vida) para un puñado de personas; las nuestras, las necesarias, las imprescindibles de vida, con vida; para la vida... Como tú, mi niña azul-celeste, que hoy tampoco te nombro...

Porque asomarse al asombro de la inmensidad de un océano, en alturas de piedras y tierras imposibles, en cabos rudamente construidos por la historia de la Tierra y del Universo, desmoronados de tierras sobre océanos inmensos, de seguro que nos minimiza, nos relativiza, nos ningunea y nos detiene de tanta vanidad innecesaria...

No sólo somos nada, sino que más nada seremos mañana...

http://www.youtube.com/watch?v=X0MSJbM0VPU

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