jueves, 28 de julio de 2011

LA PLAYA

Amanezco en Sevilla, tarde, pero descansado... En una ciudad, unos territorios, que lo que tienen de hermosos lo tienen de insufrible y agotador clima. Las temperaturas y las humedeces de esta tierra de Maríasantisimadetodoslosdoloresdelmundo, amenparasiempreamen, no son soportables; excepto por aquellos sevillanos tan chauvinistas (lo son más que los parisinos, que ya hay que tener afición) que hasta "la caló" les gusta de Sevilla...
Si se pudiera, Sevilla se debería cerrar al menos cuatro meses: Junio, Julio, Agosto y Septiembre; el resto, los ocho meses restantes, ojalá sin tanta humedad. Sólo así sería, quizá, la ciudad más hermosa y habitable del mundo... He vivido más de 26 años en esta ciudad de Sevilla; los mejores años de una vida, quizá (hasta la fecha: siempre espero que la vida me sorprenda otra vez). Y nunca, nunca, me pude adaptar a su espantoso clima... Por eso, cuando llega este tiempo, desde la Semana Santa, los sevillanos están pensado en una sola cosa: la playa... 

Sí los sevillanos le llaman playa al mar... Quizá porque como tienen una ciudad tan hermosa no han reparado que la hermosura del mar también existe, y sólo ven en éste el uso que pone fin a sus males: "-¡qué caló más grande, Dios mío!, nos vamos ya a la playa", se dicen...

Dentro de unos minutos, el de recoger, ducharme y arreglarme, partiré para el mar; aquel mi mar, que también tiene playas; pero que, como no hace tanto calor como en Sevilla (al menos en la zona del mar que me acoge), la hermosura de aquel mar supera el alivio que nos da; porque es el mar más eterno, el más sabio, el que medita sus playas... 
Es el Mediterráneo, mi mar...

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