lunes, 11 de julio de 2011

LOS SILENCIOS...

La mañana vino en gallego; cubierta de nubes y temperaturas de algo por encima para no quedar en fríos. Y amanezco tardío de horas (hoy es San Benito, el "santo máis milagreiro", y es fiesta en Pontevedra, con su afamada y multitudinaria romería al Monasterio Benedictino de Lérez, en busca de un milagro que nos haga más llevadera la vida, al untar la yema del dedo índice en el aceite que posee el santo en su figura), y aún reponiéndome de la intensa actividad social en las tierras de Rosalía de Castro: llevo dos días, y pareciera una eternidad... 
Y así, al menos, he podido recuperar un cierto orden, ese que a deshoras llevo días sin conseguir... Son días de vacaciones, que llaman, que quizá es cuando menos descansamos: siempre tengo en mi retina las vacaciones de muchos españoles que dicen van a descansar y lo que hacen es trabajar más que nunca; sobre todo con el trasiego diario de sillas y sombrillas a playa; recoger para comer (las mujeres todo el dia cocinando y lavando camisetas ordinarias de tirantes y bañadores llenos de arenas y alquitranes); y volver a playa... 
¡Qué trajín!... 

Y, como no (nuestra memoria, para los de mi generación, siempre fue muy cinéfila, pues apenas tuvimos esa sola ventana al mundo), recuerdo aquellas españoladas de López Vazquez, entre otros, yendo a Torremolinos de vacaciones, con aquellos coches repletos de neveras y sombrillas, deseando quedarse como los llamados entonces "rodríguez" en la ciudad con sus amantes o queridas; o buscando canitas al aire... Esa España que parece que poco a poco empieza a retornar, cargada de medias mentiras y moralinas que creíamos superadas...  La desvergüenza ya es tan obscena que ya ni nos afecta lo más mínimo... Y si un dirigente no sólo no tiene moral, sino que además alardea y se vanagloria de ello, como está ocurriendo en las Españas, ¿con qué ética gobernará al pueblo que tiene que representar?...

Menos mal que algunos tenemos la fortuna de refugiarnos en estas prodigiosas tierras repletas de hermosura y decencia natural, frente a cierto retorno a las tinieblas de la moral colectiva en España. Aunque también tengo en mi memoria aquel Torremolinos de entonces, cuando la juventud, cuando Tiffany's, cuando Playamar se iniciaba, cuando padre nos llevaba a la mar... 

Y cuando los extranjeros hablaban en silencio (educaron los comportamientos en espacios públicos de muchos), frente al chillerío aquel ordinario de niños quejosos corriendo por todos los lugares imposibles... 

Sí, los silencios, y cierto decoro del alma... Como recuperar un pasado...


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