EL ESTADO MODERNO

Uno de los debates permanentes en las sociedades modernas y avanzadas, toda vez el llamado sistema capitalista o de libre mercado se ha aceptado socialmente como el menos malo para la actividad económica, social y comercial de bienes y servicios en un mundo donde el derecho a la propiedad privada es un derecho universalmente reconocido y amparado, quizás en exceso, pero es la regla del juego, y donde la lucha de clases ha remitido en tanto hay menos desigualdad y más clases medias acomodadas que forman la parte sustancial del establecimiento, uno de los debates, insisto, cuando se diluyen o se tamizan las diferencias políticas a través de los grandes consensos sociales, es el papel del Estado -y su tamaño- en aquellas sociedades avanzadas y desarrolladas de nuestro tiempo...
Y en ese debate, la izquierda socialdemócrata ha perdido un tiempo precioso en adaptar su concepto de bienestar social y su discurso sobre la igualdad...
Y así, muchos ausentes y muchos interesados siguen anclados en aquel Papá Estado, tan benefactor que acabó siendo ineficiente, y no se han adaptado al nuevo Estado que necesita ser eficiente a la vez que suficente para todos, y que no nos salve, aquel Estado, sino que nos permita la igualdad de oportunidades para todos, única igualdad posible en el mundo de hoy y única igualdad necesaria para iniciar el camino de otras grandes utopías...

Y así, la socialdemocracia tiene que renovarse y llevar a cabo políticas que igualen por arriba, así como apostar por la gente que genera economías colaborativas desde la inteligencia y la solidaridad, no desde la subvención y con el discurso del emprendimiento egoísta sin más (algo así como, búscate la vida y emprende por tu cuenta algo), e igualando por abajo como se ha hecho hasta la fecha ante la ausencia de discursos y políticas ad hoc, tales como incentivar la inteligencia, la investigación y la excelencia en todos los ámbitos de la actividad social y económica de nuestra sociedad.