domingo, 7 de febrero de 2016

DERECHAS E IZQUIERDAS

Vivimos momentos confusos; o mejor, momentos en los que intereses ocultos pretenden hacer realidad aquello de que ya no hay diferencias entre derechas e izquierdas, y que a la hora de gobernar ambos son iguales…
En esa misma línea argumental están anclados muchos que van de ‘lo nuevo’, la nueva izquierda, o la nueva derecha, que también usan los mismos argumentos: -Los partidos tradicionales y sus compartimentos en derechas e izquierdas, son el pasado; nosotros somos lo nuevo, dicen. Para el caso de España, Ciudadanos por la derecha y Podemos por lo que llaman empoderamiento de la ciudadanía, liderados por nuevas generaciones (sin segundas en el caso de Ciudadanos, aunque ideológicamente hayan aprendido política en esos ámbitos) o nuevos líderes del antiguo PCE que se formaron en las juventudes comunistas de entonces y que desde una posición permisiva en tiempo y en capacidad mediática, como la Universidad española, les ha permitido presencia constante en los ámbitos mediáticos en un acto de tremenda irresponsabilidad por parte de la prensa española. Unos nuevos líderes que sin apenas haber detentado poder ya dan muestra de maneras y formas del pasado. Y es que desde hace ya mucho tiempo todo está más que visto y trillado en los ámbitos públicos del mundo occidental, donde conviven la verdad consensuada, mayoritaria, con sus matices más minoritarios; unos matices que intencionadamente algunos impresentables quieren hacer ver como la verdad mayoritaria aprovechando la confusión de momentos oscuros o de crisis económicas que dejan muchos rencores y muchas desgracias… Y mucha fullería intelectual. 
Pero entrando en el asunto, claro que hay diferencias entre ser de derechas o de izquierdas; como hay progresistas y reaccionarios; como hay ricos muy ricos y pobres muy pobres; como hay diferencias siempre, y en todos las facetas del hombre… Y es en el mundo de las ideas de cada cual ante esta realidad y en el tratamiento colectivo de aquellas diferencias (sociales, económicas, culturales) donde se diferencia claramente quién es de derechas y quién de izquierdas. Y si bien hay un consenso mayoritario de sostener un mínimo estado de bienestar vía impositiva que lo financie y lo mantenga, en ese grado de suficiencia, eficiencia y sostenibilidad a presente y a futuro es donde está la línea que separa a ambas visiones del mundo, más allá de la apuesta progresista por la igualdad de oportunidades, frente a la apuesta conservadora del esfuerzo personal sin igualdad de oportunidades previa.
Y así, si el que un sistema fiscal sea eficiente y suficiente para sostener y mantener a futuro aquel estado del bienestar es condición necesaria para la cohesión social de un ciudadano de derechas, no es suficiente para otro ciudadano de izquierdas, que aspira, en este caso, a una mayor igualdad social. Una igualdad social que sólo es posible alcanzar con una previa igualdad de oportunidades, independientemente de la capacidad adquisitiva del ciudadano o de su familia para el acceso a otros bienes y servicios que necesita para su formación profesional y humana; más allá de que el sistema fiscal sea progresivo y pague más quién más ha obtenido de la sociedad, y más allá, también, de los servicios públicos básicos sobre los que haya consensos más o menos sólidos entre las derechas democráticas y las izquierdas socialdemócratas, las únicas ideologías que tienen presente y futuro; todas las demás ideologías socializantes han fracasado (comunismo y fascismo), así como el liberalismo total. 
Mientras el mundo todo proteja el derecho a la propiedad privada por encima del derecho incluso a la vida, las sociedades sólo serán algo decentes si consiguen consensos democráticos mayoritarios sin fantasmas oportunistas del pasado disfrazados de futuro.
En suma, está más presente que nunca la diferencia entre derechas e izquierdas.

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