Yo tendría unos 27 o 28 años o así (¡qué difícil centrar aquel tiempo tan repleto de asombros!) cuando oí por vez primera algunas piezas de Erik Satie...
Me producían mucha tristeza, pero me llevaban a aquellos años previos en los que pasaba horas y horas pintando en el granero de la casa de Coín, que daba al pequeño huerto donde un durazno y un 'chirino' en flor... Y me creía un loco Van Gogh...
Pronto leí sus Cartas a Theo, su hermano, aquel delicioso libro que me descubrió al verdadero artista atormentado, melancólico, triste y al momento eufórico... Como todo creador; para escribir se sufre en serio, decía Juan Rulfo... Y llegó Satie: no concibo crear esta hermosura si no es sufriendo de vida, de mundo, de todo...
La melancolía es el estado supremo del fracaso de la belleza. Porque todo creador la busca, pero jamás es alcanzable en su totalidad. Por eso se sufre al crear, al escribir, al pintar, al musicar sobre un pentagrama notas tristes, sí; como el mundo; como la vida a veces; como la belleza inalcanzable...
Nunca el arte fue creado por entusiastas...
Porque toda creación artística es un fracaso del creador, que, insatisfecho, tiene que seguir buscando la inalcanzable belleza.
Me producían mucha tristeza, pero me llevaban a aquellos años previos en los que pasaba horas y horas pintando en el granero de la casa de Coín, que daba al pequeño huerto donde un durazno y un 'chirino' en flor... Y me creía un loco Van Gogh...
Pronto leí sus Cartas a Theo, su hermano, aquel delicioso libro que me descubrió al verdadero artista atormentado, melancólico, triste y al momento eufórico... Como todo creador; para escribir se sufre en serio, decía Juan Rulfo... Y llegó Satie: no concibo crear esta hermosura si no es sufriendo de vida, de mundo, de todo...
La melancolía es el estado supremo del fracaso de la belleza. Porque todo creador la busca, pero jamás es alcanzable en su totalidad. Por eso se sufre al crear, al escribir, al pintar, al musicar sobre un pentagrama notas tristes, sí; como el mundo; como la vida a veces; como la belleza inalcanzable...
Nunca el arte fue creado por entusiastas...
Porque toda creación artística es un fracaso del creador, que, insatisfecho, tiene que seguir buscando la inalcanzable belleza.
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