sábado, 20 de febrero de 2016

NOS FALTÓ UN SIGLO XVIII CON GUILLOTINAS

Ayer comentaba que los de mi generación nunca tuvimos edad para nada porque todo nos era silenciado, ocultado o era pecado; por eso tuvimos que inventarnos el mundo para conquistarlo...
Y conquistamos las libertades; y llegó la democracia y llegó el futuro que se hizo tan presente que de golpe nos inundó el desencanto...
No sólo aparecía la corrupción de muchos políticos; sobre todo aparecía la sensación de su impunidad, de la ausencia de castigo de aquellos comportamientos. Una realidad que tuvo vaivenes y nuevos encantos para otros futuros desencantos...
Y en esto llegó la crisis financiera y sus males, sus terribles males y sus equivocadas políticas para frenarlos... Y en ese malestar surgieron unos malhechores que se arrogaron la representación de las quejas y aquellos malestares; y con el apoyo de las derechas mediáticas, sociales y políticas, han llegado a creerse capacitados hasta hacernos creer que pueden... Lo que sí sabemos es que pueden acabar con la democracia...
Mientras tanto, en el PP, escondido de líderazgo y de Gobierno, en su ausencia, siguen apareciendo tramas y mas tramas de corruptelas; las que todos sabían y todos callaban; sobre todo los medios, esos que ahora se rasgan las vestiduras...
Algún día, esperemos que así sea, alguien debería investigar la connivencia de la corrupción político-judicial española para con los medios de comunicación... Ojalá alguien sea valiente... Pero una valentía sincera; no me valen los desencantados otrora en el poder; eso es hacer trampa y jugar de tacón... Como no me vale que vayan de puros y de estupendos quienes cuando mandaban callaban y tapaban, con sus plumas, las miserias del poder de entonces, bien político, social, económico o mediático... Y tragaban quina, y no de San Clemente precisamente...
Y para aquellos que hoy amenazan con el ventilador, como ha hecho la exalcaldesa de Valencia, como para con aquellos otros que les dan cobertura mediática, bien haría la Justicia, de oficio, abrirles hasta la piel; no vale amenazar, sino denunciar. Como no vale ponerse estupendo habiendo sido parte del pastel, la crema, el bizcocho, el merengue o, incluso, la guinda...
Ayer comentaba que los de mi generación nunca tuvimos edad para casi nada; hoy, después de visitar el mar de enfrente, encrespado y violentado de vientos y mareas hondas, sentí que sus espumas eran como lamentos antiguos... Unos lamentos como los de la gente de mi generación que, al cabo, terminamos comprendiendo que no podía ser de otra forma: aquella España que nos trajo al mundo venía de un silencio de derrota, sí; y, al cabo, nosotros, los de entonces, ahora ya vamos comprendiendo aquellos silencios tras aquellos terribles fracasos colectivos...
Va a ser verdad aquello de que nos faltó un siglo XVIII con guillotinas...


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