Cuando yo era joven (quiero decir, mucho más joven), viviendo ya en Sevilla, en el contestador del teléfono (aquel de por entonces que tenía cintas magnéticas) puse un mensaje con voz distorsionada y haciéndome pasar por mi mayordomo; y el mensaje de entrada decía algo así:
-"El señor está recogido. Dígame quién és, qué desea y en cuanto el señor esté disponible, le devolverá la llamada. Vaya usted con Dios"
Una noche llegué a casa muy tarde; tecleé el aparato para oír los mensajes y uno de ellos era de mi madre que me decía:
-"Dígale usted al señor que soy su madre y que me llame"...
Aquella noche no pude dormir de las risas... A la mañana siguiente, llamé a mi madre y le dije, -¡pero mamá, que es una cinta, no un señor!!!!... Jaaaaa
Se partía de la risa cuando le dije aquello; por supuesto que sabía que era una cinta, pero le gustaba seguir la corriente: mi madre tenía un enorme sentido del humor que intentó siempre transmitirnos. Quizás el que tanto necesitó para sobrevivirse...
Se partía de la risa cuando le dije aquello; por supuesto que sabía que era una cinta, pero le gustaba seguir la corriente: mi madre tenía un enorme sentido del humor que intentó siempre transmitirnos. Quizás el que tanto necesitó para sobrevivirse...
Pero eso es otra historia...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios